18 de julio de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brillante tragicomedia teñida de nostalgia por la juventud perdida y los sueños no conseguidos. Los dos protagonistas son unos perdedores (actor de segunda Thomas Haden Church y escritor al que no le acaban de publicar su primera novela Paul Giamatti) que emprenden una aventura de una semana visitando bodegas para degustar vino y escapar de su triste realidad.
Entre copa y copa, la película va cogiendo cuerpo a partir de un guión cuidado con cariño y actores que defienden su tarea con esfuerzo y talento. La historia fluye con elegancia y sencillez. El director no entromete su ego (es como los buenos arbritros de futbol. Su presencia no se nota). La cámara se desplaza sin la menor vocación enfatizadora y acompaña a la errática pareja en su "alcoholico" viaje.
Aunque, eso sí, la placidez lo es sólo a medias. No se debe olvidar que nos encontramos ante la aventura de unos perdedores, de gente que busca desesperadamente la felicidad y que huye hacia adelante. Es más, ni siquiera las vías de escape que les abren dos mujeres atractivas e inteligentes suponen una solución definitiva a sus males
Ése es el principal motivo por el que Entre copas se convierte en una película refrescante y agradecida. Reconforta sentarse en una butaca para embriagarte del vapor etílico que a veces desprende la pantalla. Porque, además, el buen cine no deja resaca.
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