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Voto de lailolai:
10
7.3
26,345
Drama
En 1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra que me han enseñado más de mi trabajo que toda mi vida pasada. La película con la que más miedo y esperanza he sufrido. En ella he encontrado frases que jamás diría, realidades que he divagado cientos de veces. Es, para mí, la oda al creador, la perfecta tesis de la contradicción del artista humano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Un escritor busca la realidad, y en un amplio sentido no es capaz de encontrarla, de modo que deja que se la vendan. Un contratista pide a cambio de su trabajo su pasión, establece las ingentes expectativas que él desata. Así, azuzado por un orgullo incierto de creador, entra en su mente por el recibidor, y pide la llave tras firmar de su puño la condena a la que se someterá, el encierro en su habitación de cuatro paredes, su mente. Se está bien ahí, puede pedir lo que se le antoje y será entregado, sin pie a reacciones, sin excusas. Nada entra ni sale, está abocado a escribir, nada llega ni escapa por la ventana, excepto una tenue luz que le recuerda que un día perteneció al mundo exterior. En lo hondo de sí mismo, de su experiencia, debe encontrar el motivo de su escritura. Ha vivido, es el momento de extraer de la vida lo auténtico. Pero no empieza; un gemido, o quizá una risa, turba su concentración, quizá ha olvidado el sonido del exterior. Se enfrenta a él, y entonces prorrumpe en su habitación, sin pedir permiso y con intenciones indescifrables. Empieza la vorágine, el escritor enfrenta sus ideales al mundo, encuentra vanidad en sus héroes, heroicidad en los más turbios farsantes. Vive por y para escribir, pero no escribe, y vive. Los engaños se suceden, desmitifica sus creencias, observa la imagen de una chica mirando al mar, y en su mente se escribe un momento ideal. Pero no llega la inspiración, le pica por las noches, lo espanta de la cama y quita intenciones a su despertar. La gente no entiende su trabajo, él no entiende a la gente. Las expectativas lo aprisionan, y poco a poco llega el calor, de la mano de una conversación. No entiende ese calor, no lo pone a prueba, pero bajo toda duda cambia su mundo, su mente. Se desata un amor prohibido, y en aras de la vida que de pronto quiere vivir, mata, por una noche, una parte de él. La inspiración muere, y sabe que sin ella su amor está muerto también. Y de pronto, el calor se va, dejando solamente un peso muerto para el recuerdo. Los vientos traen a los buitres, buscadores de carroña, que horadarán sus pensamientos por el mero placer de devorar. Y el escritor escribe, sobre el cadáver de la vida que lo aprisionó y explotó su pequeño rincón fuera del mundo. Acaba su obra, vive del recuerdo del final, y al contemplar el mundo su vida arde. Todo lo que vivió en calidad de vanidoso observador se desmorona ante sus ojos, y sabe que todo ha seguido un curso, aunque no participara de él. Es el momento, abandona su mente, su mundo, deja que el fuego lo consuma tras él, y sale al mundo exterior desnudo, solo con un guión y un peso incierto bajo el brazo.
¿Por qué lleva el peso? Porque la vida así lo quiso. ¿Por qué tiene bajo el brazo su creación? Porque él así lo quiso. Al final, parece haber servido para algo el sufrimiento, pues ve a la mujer frente a la playa, el cuadro que tantas veces añoró visitar. Pero, como en el mundo real no existen los cuadros, una gaviota cae y muere.
Esta es la historia del escritor, un hombre que deja de vivir su vida para escribir sobre ella, el memorándum de un cadáver fresco, aquel que pisa el suelo solo para levantar vuelo. Un ser condenado a ignorar el peso de sus actos sobre el mundo para poder escribir sobre él, a ignorar el curso del arroyo para describir el agua. Y al final de su obra, solo queda bajar al mundo, y sentir la paz antes de volver a empezar, aunque la vida sea cruel y no vaya a dejar de serlo por escribir.
¿Por qué lleva el peso? Porque la vida así lo quiso. ¿Por qué tiene bajo el brazo su creación? Porque él así lo quiso. Al final, parece haber servido para algo el sufrimiento, pues ve a la mujer frente a la playa, el cuadro que tantas veces añoró visitar. Pero, como en el mundo real no existen los cuadros, una gaviota cae y muere.
Esta es la historia del escritor, un hombre que deja de vivir su vida para escribir sobre ella, el memorándum de un cadáver fresco, aquel que pisa el suelo solo para levantar vuelo. Un ser condenado a ignorar el peso de sus actos sobre el mundo para poder escribir sobre él, a ignorar el curso del arroyo para describir el agua. Y al final de su obra, solo queda bajar al mundo, y sentir la paz antes de volver a empezar, aunque la vida sea cruel y no vaya a dejar de serlo por escribir.