Esta es una de las películas más justitas e impersonales de mi adorado John Carpenter, pero aún así es entretenida y se deja ver. No es un mal remake, de hecho mejora a la original en algunas cosas y muestra escenas que en aquella no pudieron debido a la falta de presupuesto. El problema es que se pierde gran parte del mensaje filosófico, centrándose más en las muertes, lo que hace de este remake una versión mucho más convencional y previsible, incluso hay momentos que causan risa, cosa más que reprochable cuando hablamos de un film de terror puro. Los actores dejan bastante que desear, sobre todo los niños que no imponen respeto ni tienen esa clase que tenían los de la película de Wolf Rilla. De los adultos solo merece la pena salvar a un correcto Cristopher Reeve que sin embargo pone unos caretos muy mejorables cuando los niños intentan penetrar en su mente. Los efectos especiales están bien y se incluyen numerosos guiños a la versión de 1960. Como ya he dicho no es una maravilla pero para pasar un rato entretenido si que es muy válida.