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España España · Castellón de la Plana
Voto de mnemea:
9
Romance. Drama Viena, 1900. Stefan Brand, un famoso pianista, recibe una carta de una mujer con la que mantuvo, en el pasado, una relación amorosa que ya no recuerda. Lisa es para él una desconocida, alguien que ha pasado por su vida sin dejar huella. Y, sin embargo, ella sigue apasionadamente enamorada de aquel joven músico que conoció cuando era todavía una adolescente. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2009
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El afecto no tiene un aspecto uniforme porque nunca viene a nosotros con la calma y sosiego con que mece el ligero viento las frágiles hojas de este lugar. Y qué es este libre mundo sin sentir afecto por algo, por alguien, y cómo vive el afecto si no es en nuestras manos.

Trémulas manos que vacilan ante las dudas de la inconsciencia. Suaves manos que disfrutan de las caricias, con ternura, con pasión, con la cercanía del semejante. Tercas manos, que quieren más de lo que les pertenece, que huyen sin luchar lo que quieren, que duelen al castigarse a si mismas por querer olvidar, o por siempre recordar, que en el fondo son un mismo dolor que acompaña a esas simples manos, con dignos dedos, con apreciados movimientos, con elegante sintonía para siempre estar presentes.

Unas manos ya cansadas y perdidas, trabajadas por el mundo, emocionadas por la admiración, pueden escribir por fin esa carta, en la que se da una forma concreta al afecto, la larga historia de un sueño, de un fugaz momento de gloria, de grandes y respetuosos silencios, de un robado sentir, una espera eterna, una paciencia infinita y no compartida, celosa de su íntimo deseo, su aclamado desespero por un tren que no llega, porque viaja sobre unas vías de un único destino, el que queda muy lejos de la ilusión. La sinceridad se apodera del afecto, ocasional protagonista que une una borrosa imagen de un escenario feliz, con la brillante sensatez del olvido. Hay muchas formas de decir adiós, pero unas manos, siempre lo harán de un modo inesperado, porque tantas cosas se pueden expresar sobre el papel, sin esperar una respuesta a cambio, sólo compartir un camino de dos, que unas manos siguieron, pero las otras eran ciegas ante la imagen que no se manifestaba, sordas ante las palabras que no se elevaban sobre el mundanal ruido, así que cualquier otro camino fue más cómodo que el que no encontró.

La espera a las casualidades es honrada, pero difícil de hacer justicia por ella. Por no molestar, todo queda guardado, sólo uno vive para el otro sin que el otro pueda responder por ignorancia.

Y cuando el viento donde vaga la fortuna se escapa entre los dedos, un iluminado rostro dejará escapar las lágrimas adecuadas y en una última oportunidad, una vez perdido eso que los sabios llaman esperanza, tendrá el tiempo que le resta al mundo para contarlo todo, compartirlo todo, un misterio con fin, porque hasta el final el afecto será el protagonista cuando la vida está por crecer y el espíritu por callar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mnemea
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