A mi mentor:

Guía los pasos tras los veintiséis perros que corren, sólo ellos nos llevan a la onírica verdad, una metódica cortina de humo que oculta el terror.

Donde tú pises pondremos el resto los pies, un modo seguro de no perder las piernas, porque luego las vamos a necesitar para la danza que reclame los meteoritos, esas puntiagudas balas que bañarán de rojo el pavimento, lluvia de estrellas que en pleno trance marcarán el ritmo de la existencia.

Cuando te encuentres perdido, no tengas miedo de preguntar, no todos saben seguir sobre huellas inexistentes que marcarán el sentido de todo lo que te rodea. Que los trazos planos no te engañen, todo es cierto, los ojos se cierran cuando no queda nada que mirar.

La fantasía puede transformar el dolor en un paseo por los vientos del este, que te transportan del presente al pasado para volver a mirar hacia el futuro, los que te seguimos, para que todo lo que nos muestres nos sirva para endurecer nuestra percepción, simular la derrota y aumentar nuestros deseos de conocer lo que no nos rodea, pero que a ti siempre te ha rondado como una cortesana que aspira a unir su servidumbre a tus recuerdos.

Detrás de cada uno de tus pasos están los nuestros, los míos, porque quiero más, siempre buscaré más, para materializar sueños que ocultan danzas terroríficas, amuletos que voy dejando tirados en el camino, para no olvidar lo que tú crees importante y hoy nos has enseñado. Sólo guía los pasos, deja que el resto busquemos el significado, y cuando tengamos miedo, dormiremos para soñar de nuevo.

Tu aprendiz.