Si esta película no fuese de Almodóvar hoy en día ni se hablaría de ella y además de que habría caído en el olvido.
No se puede decir que sea buena, ni mucho menos pero si hay que decir que se ve el interés de una persona que ama el cine y no tiene ninguna posibilidad de poder estudiarlo y hace todo lo posible para aprender.
Interpretaciones patéticas en su mayoría, guión peor todavía y dirección mala pero interesante y como he dicho antes, ha de verse esta película porque este director como bien sabemos todos no cayó en el olvido sino que ha sabido crearse su nombre y lo más importante, su sello.
Estamos hablando además de un época importante en la historia española, el final de un dictadura y el comienzo de la democracia donde todo el mundo puede expresarse, y de que manera.
Lluvia dorada, lesbianismo, juegos sexuales, sadomasoquismo, drogas…bueno un sin fin de cosas son el centro de esta película que es un ejemplo de aquella época donde todo el mundo quería gritar que somos libres.
Con un presupuesto ridículo y una cámara básica Almodóvar es capaz de llevar a la pantalla una película prácticamente amateur pero donde podremos ver aquello que caracterizará el cine de sus próximos años, cine que le hará tan famoso, cine el cual se hacía más popular en el extranjero que en España.
La película es mala hasta la saciedad, a veces no se puede terminar de ver pero resulta interesante como archivo de aquella época y como ejemplo de hombre que luchar y lucha por aquello que tanto le apasiona, es decir el cine.
Más tarde le seguirá Laberinto de pasiones, quizás peor que esta donde podremos ver a jóvenes actores que más tarde se convertirán en estrellas a nivel nacional e internacional, película que servirá de puente para aquella que ya establecerá a Almodóvar como un director español, Entre tinieblas, película con un guión mejor elaborado y con ese toque de humor que también caracterizará a este director castellano.
No es un película para sentarse a disfrutar pero digamos que una hora y media podremos perder incluso para echarnos algunos momentos de risa.