Espectacular y preciosa película de Lynch, rompiendo las tradiciones del cine surrealista y complejísima puesta en escena siempre con guiones dificilísimos de seguir nos encontramos con una película sencilla y profundísima al mismo tiempo.
La película tiene unos valores humanos dignos de contar.
Un hermano se entera de que a su otro hermano del que hace diez años que no se hablan le ha dado un infarto, un hombre con 73 años decide ir a verlo pasando unas semanas viajando en una cortacésped, historia imposible e increíble.
Esa es la base de una película la cual está llena de valores humanos, sin ningún tipo de sensacionalismo o momentos de “lágrima fácil” al más puro estilo barato americano, la película huye de esos momentos para dejar y quedarse en la esencia de los valores humanos de un hombre que ha envejecido y se da cuenta que la vida se le pasa dejando atrás quizás lo más importante que podamos tener en esta vida, la familia, y en este caso un hermano.
La película es sencilla centrada sobre todo en las geniales actuaciones por parte del pequeño reparto pero fantásticos todos.
A lo largo de este viaje nuestro protagonista se va encontrando a varias personas por su camino que de una manera podremos conocer los motivos que le llevan a hacer este viaje de esta manera, como en Fresas salvajes.
No se que más decir de esta película que tanto da que pensar sobre el pasar del tiempo, la vida, la familia y las personas, una vez más, películas necesarias hoy en día.
Por último decir que Lynch sorprendió con esta película, acostumbrados a su cine surrealista con complejísimos guiones nos sorprende y nos demuestra que también sabe hacer cine de otra manera y siguiendo los moldes clásicos para contar historias reales y profundas.