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España España · Barcelona
Voto de manulynk:
8
Western En 1870, un forastero (Clint Eastwood) pasa a caballo por la tumba de Jim Duncan, antiguo sheriff de la ciudad fronteriza de Lago, en el sudoeste de Estados Unidos. Los propietarios de la compañía minera, Dave Drake (Mitchell Ryan) y Morgan Allen (Jack Ging) lo contratan para que los defienda de tres pistoleros que, recién salidos de la cárcel, están a punto de llegar a la ciudad. El forastero acepta el trato a condición de hacer las ... [+]
3 de abril de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto que Eastwood ofrece al público lo básico del tipo de films que le hicieron famoso, interpretando a un desaliñado pistolero sin nombre que llega a un pequeño pueblo, llamado Lago, y del cual gracias a su facilidad con el gatillo, termina haciéndose dueño absoluto, con la excusa de protegerlo de unos pistoleros que han amenazado con arrasarlo.

No faltan en el film los alicientes habituales de los westerns que interpretaba Eastwood habitualmente: el típico personaje cínico, mal afeitado, de gatillo fácil y ávido de ganar dinero, las réplicas y contraréplicas ingeniosas y sobretodo los duelos y tiroteos. Sin embargo, el film en su conjunto deja una sensación de extraña, por lo atípico tanto de sus hechos como de sus imágenes. Eastwood deja claro cuales son sus referentes, citando expresamente a Don Siegel y a Sergio Leone. Sin embargo, el realizador mantiene una senda propia. Hay algo de fantasmal en la primera vez que aparece en pantalla, a lo lejos, casi como un espejismo, sensación que se irá reforzando a medida que avance la trama, sin que Eastwood lo aclare de una vez por todas, dejando que sea el espectador, el que juzgue quien es realmente el Forastero.

La puesta en escena parte de lo simple y funcional y va derivando lentamente hacia lo fantástico, con unas escenas finales que rozan el surrealismo, aunque sin llegar a tocarlo de pleno. A diferencia de Leone, los duelos a revólver que aparecen en el film, carecen de la larga liturgia que popularizó el realizador italiano, y pese a que mantiene los primeros planos del rostro, Eastwood resuelve los duelos de forma seca y contundente, no exenta, por ello de espectacularidad, un poco a lo Siegel, aunque tampoco abusa de ellos, produciéndose la mayoría de ellos (excepto el primero) de noche, con escasa visibilidad, lo que acentúa voluntariamente esa sensación fantasmagórica del film. De alguna forma, parece que el Forastero ha sido conjurado por alguien, una especie de justicia colectiva, con la finalidad de limpiar una localidad de la cual se han apoderado individuos de pocos escrúpulos que se sirven de la ley y de la justicia a su antojo con toda la arbitrariedad del mundo (otra constante del cine de Eastwood es esa mirada entre crítica y desencantada de las fuerzas del orden y de los políticos en particular), y la solución de éste es una limpieza general colocando el pueblo literalmente patas arriba (convertirá al último ciudadano de Lago, al enano, en el primero: alcalde), una purga de sus elementos perniciosos, utilizando, como no, el fuego como elemento purificador.

Aprovechando el tirón de uno de los personajes que más famoso le hicieron, Eastwood nos ofrecía su primer western en el que sin dejar de ver la mano de sus maestros, quedaba claro que iba a seguir su propio camino, un camino que culminaría, varios años más tarde con el certificado de defunción del género.
manulynk
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