Este film de Nicholas Hytner basado en una obra teatral, especula sobre un hecho real ocurrido a uno de estos reyes británicos a finales del siglo XVIII, cuyo comportamiento se volvió más errático de lo habitual rozando la locura.

El realizador plantea la historia desde varias perspectivas impregnadas de una cierta vis cómica, aunque con algunas reflexiones que se pueden aplicar al presente. Por un lado, entre los parlamentarios británicos, divididos entre su lealtad a un rey visiblemente enajenado y quienes quieren deshacerse definitivamente de la monarquia. Por el otro, su propio hijo, cansado de esperar su oportunidad para ser rey, trata de acelerar el proceso medrando entre los parlamentarios, en otro nivel tenemos a los médicos divididos no sólo por el diagnóstico sino también por la cura. Y en medio de todo esto, el propio rey, quien en estos momentos tan delicados sólo tiene el apoyo de su mujer.

Visto desde una cierta distancia, el film parece estar planteado como una comedia de enredo al más puro estilo británico, cuyo origen teatral queda bastante bien disimulado grácias a la cantidad de personajes y escenarios en los que se desarrolla la acción. Hay un evidente tono de comedia. Sin embargo, bajo ese barniz de comedia, el film contiene ciertas reflexiones que miran con cierta comprensión la figura de la corona. En el momento en que el rey parece mostrar síntomas de flaqueza, a su alrededor se organiza una verdadera convulsión lleno de conjuras, mentiras y medias verdades, en el que el menos importante parece ser (precisamente) el monarca.

A la hora de la verdad, el rey sólo puede contar con su mujer, ya que incluso su hijo conspira para apartarlo del poder (un personaje, por cierto con el que muchos han querido ver ciertas similitudes con el actual, y eterno, príncipe Carlos). Como toda buena adaptación teatral que se precie, el director concede especial importancia a la dirección de actores, y sin duda demuestra una excelente elección en todo el reparto en general y en particular en el personaje del rey, interpretado por Nigel Hawthorne, cuya composición del rey Jorge está llena de matices y sobretodo de humanidad, acercándonos más al hombre que no al rey (su figura). A su lado, Helen Mirren no solo no desentona sino que complementa perfectamente la figura del rey con un personaje fuerte frente a la debilidad que muestra el otro. Tras ellos, no debemos olvidar las diversas composiciones que nos ofrecen Ian Holm, Rupert Everett, John Wood, Julia Wadham, Geoffrey Palmer, etc, cuyos personajes si bien pueden ser breves, no dejan de ser intensos. Hytner nos ofrece un film muy inteligente, que rezuma ironia por todas las partes, cuyo resultado final es una película entretenida con un trasfondo que da que pensar no sólo sobre el papel de la monarquia en la antiguedad, sino en la actualidad, y en concreto en Gran Bretaña.