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Voto de Sibila de Delfos:
7
Drama Kathryn (Sarah Michelle Gellar) y su hermanastro Sebastian (Ryan Phillippe), todavía estudiantes de bachillerato en un elitista instituto de Nueva York, deciden hacer una maquiavélica apuesta. Se trata de que Sebastian, un consumado Don Juan, se acueste con Annette (Reese Witherspoon), una joven que quiere permanecer virgen hasta su matrimonio. Si Sebastian pierde, Kathryn se quedará con su Jaguar, pero si gana... la tendrá a ella. (FILMAFFINITY) [+]
27 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos por partes, como diría Jack el Destripador, o sea te lo juro, ¿vale?
Crueles Intenciones no es una mala película. Se deja ver, es divertida, entretenida y cumple con lo que promete: adolescentes haciéndose cabronadas unos a otros para acabar todo en moñez de cuento a ritmo de banda sonora molona. Eso es lo que es la película y no lo esconde en ningún momento. A quien no le guste, que no la vea. Además, no se entiende que haya quien critique duramente al reparto, cuando es de las mejores cosas de la cinta. Sarah Michelle Gellar, que no es precisamente una de las nuestras (¿alguien ser acuerda de ella ahora? Si ni siquiera ha podido vivir de las rentas de Buffy), se lo pasa pipa con su personaje y le aporta las dos únicas cosas que necesitaba esa Kathryn Merteuil para resultar divertida: sex-appeal y energía. Ryan Phillippe es mejor cuando tiene a Gellar como compañera de escena que cuando tiene a su por entonces casi esposa Reese Witherspoon, pero aun así también resulta muy convincente en la faceta más sinvergüenza de Sebastian Valmont. Selma Blair es directamente lo más divertido y trabajado de la lista de personajes, y Witherspoon... a la ganadora del Oscar le ha tocado bailar con la más fea, o sea, con el personaje más plano y menos interesante de la función, pero aun así deja vestigios de lo que llegaría a ser en el futuro (es decir: una actriz muy capaz según el momento, pero tampoco una de las mejores. Digamos que una intérprete de notable medio-alto, cuando le da la gana).
¿Cuál es el problema entonces? Pues viene por cuatro frentes distintos:
1. Tal y como dice Kathryn una vez, las personas no cambian de la noche a la mañana. Y eso es precisamente lo que hace Sebastian. No sé si es porque a la película le falta metraje (pero claro... no les pongas a los niñatos una cosa de más de hora y media, que ya no lo aguantan) o por la actuación de Phillippe, pero faltan dos o tres pasos para creerse la transformación del personaje de libertino a romántico enamorado.
2. Una historia como esta puede resultar creíble en la Francia pre-revolucionaria de Choderlos de Laclos... pero NO en el Nueva York actual. No es que no se pueda imaginar que los adolescentes actuales hagan cosas como estas o peores, pero sí resulta bastante difícil creer que, en un mundo con móviles e Internet, las andanzas verdaderas de Kathryn y Sebastian resultasen desconocidas para sus compañeros. ¡Y encima son adolescentes! Al fin y al cabo, los Merteuil y Valmont de la novela y la película de Stephen Frears no van al instituto, y el tema de la reputación era bastante más vital de lo que se presupone aquí.
3. El final es... como decirlo... un tanto absurdo, por lo dicho antes sobre la credibilidad y porque el secretito de Kathryn con el colgante de la cruz se descubre por inspiración divina del nuevo director. Y porque el plano final de Witherspoon en el coche en plan "soy la más mala del lugar" no concuerda mucho con lo visto anteriormente del personaje.
4. Y lo más grave... se nos vende como una película transgresora, llena de tacos, referencias sexuales e incluso ciertas escenas eróticas más o menos atrevidas, teniendo en cuenta que es una película para gente joven. Pero nada de eso puede ocultar que Crueles Intenciones termina por ser más blanda y mucho más cursi y relamida que la historia original. No existe ni por asomo la misma mala baba de la novela o de las películas que la han adaptado antes.

Con todo y con éso, la película no está nada mal, si se acepta lo que es. Y si se sabe de antemano que ni Roger Kumble es Frears, ni Phillippe es John Malkovich, ni Gellar es Glenn Close, ni nada. Pero divierte y entretiene, que es lo que se pretendía.

Lo mejor: Sarah Michelle Gellar, Selma Blair y el buen rato que se pasa viéndola.
Lo peor: Los cuatro puntos detallados antes.
Sibila de Delfos
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