Para el bien de los aficionados al séptimo arte, ésta primera colaboración entre dos genios, Tim Burton y Johnny Depp, fue el principio no sólo de la amistad que hoy los une, sino de una muy fructífera relación profesional. Después llegarían Ed Wood, Sleepy Hollow, Charlie y la fábrica de chocolate, La novia cadáver y Sweeney Todd (qué ganas de que se estrene), pero como Eduardo Manostijeras ninguna.
La película es magia pura, está cargada de buenas intenciones y sin duda es de esas que pueden describirse como "bonitas". Además, contiene algunas secuencias antológicas, como todas las que se desarrollan en la muy burtoniana mansión, o aquella en la que el bueno de Edward cortaba el pelo a todas las señoras del vecindario. Pero lo que ha dado su fama a la película es sin duda el personaje de este Frankenstein moderno que es el Edward de Johnny Depp. Un mito del cine ya por siempre inolvidable.

Lo mejor: Que es muy agradable de ver, y que tanto Depp como Ryder dan lo mejor de sí (la actriz, concretamente, empezaba aquí esos seis años dorados que tuvo).
Lo peor: Puede que no sea tan sumamente buena como se dijo en su momento.