Andrew Niccol, director de El señor de la guerra, sin duda tiene películas mejores, como las dos primeras, las excelentes Gattaca y S1m0ne. También las tiene similares en calidad, como In Time. Y desde luego que las tiene peores, como la decepcionante Anon y la espantosa The Host.
Pero El señor de la guerra, que hoy nos ocupa, es una cinta notable, ambientada en un mundo, el del tráfico de armas, que no suele tener demasiado espacio en el séptimo arte. Es verdad que tiene un cierto aire a Syriana, que es de su mismo año, pero resulta quizás más comercial y entretenida que aquella, pero menos sesuda y dura en lo dramático.
Con todo, el resultado es bueno, más que correcto, notable incluso, y se agradece tener a Nicolas Cage al frente en una de sus mejores versiones, teniendo en cuenta lo extraña y, a ratos, vergonzosa que ha sido su carrera en las últimas décadas. Jared Leto, aunque entonces no era el actor de Dallas Buyers Club, tiene una habilidad especial para este tipo de personajes de jóvenes descontrolados.
Quizás le falta más dureza, sin duda, y menos pastel en la trama familiar del protagonista, pero en general Niccol consigue un buen resultado, y una película de lo más entretenida.

Lo mejor: La puesta en escena de Andrew Niccol, el trasfondo de la trama, y el buen trabajo de Cage y Leto.
Lo peor: No tiene buenos secundarios y le falta más dramatismo y más dureza, como pedía la historia.