Sólo un beso es simple y llanamente una película hermosísima.
El clásico cine social de Ken Loach se viste esta vez de drama románcito sobre una pareja que lucha contra viento y marea por su amor mientras sus familias y la sociedad les ponen obstáculos. ¿Les suena? Claro, porque es Romeo y Julieta otra vez. Lo que pasa es que esta vez Romeo se llama Casim y es escocés de origen pakistaní, mientras que Julieta es Roisin, una inmigrante irlandesa. Más interracial y más moderno del siglo XXI imposible.
Lo bueno, buenísimo del asunto es que el guión rebosa sensibilidad e inteligencia por los cuatro costados. La historia no sólo es preciosa, sino que se nos cuenta de una manera exquisita, de forma muy directa y entretenida, aprovechando al máximo la química fantástica entre Atta Yaqub y Eva Birthistle y sin abusar nunca del azúcar facilón o del maniqueísmo (la familia de Casim se comporta de la única manera que puede porque así han sido educados, mientras que los supervisores católicos de Roisin son... pues curas católicos. Tampoco se puede esperar que actúen de otra manera.
Una estupenda película que aboga por el amor sin fronteras y por la narración bien hecha.

Lo mejor: Su enorme sensibilidad, su inexistente cursilería y su pareja protagonista.
Lo peor: Es tópica hasta la extenuación.