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Voto de Sibila de Delfos:
3
Drama. Romance Verano de 2008. Se inspira en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize. En un hotel del centro de Roma se conocen una rusa y una española. Al día siguiente, Alba volverá a España y Natasha a Rusia. En la habitación del hotel se respira una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad. Entre ellas nace un sentimiento nuevo que ambas aceptan. Durante doce horas, las dos mujeres se confían sus vidas, hablan de sus compromisos y del ... [+]
15 de septiembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso comprobar, con una breve conversación, el desprecio que genera en una gran parte de la comunidad LGTB, y especialmente mujeres lesbianas, una obra maestra como es La vida de Adele, por ser supuestamente la visión heteropatriarcal de un hombre sobre las relaciones entre mujeres. Por contra, Habitación en Roma goza de mucho predicamento entre esta misma parte del colectivo. Algo incomprensible, teniendo en cuenta que no hay color entre una y otra a nivel cinematográfico.
Habitación en Roma es pretenciosa, muy pretenciosa. A ratos miramos una pared, a ratos miramos Google Earth para todo (¿?), a ratos pasa un camarero del hotel y las protagonistas le atienden sin ropa, y el resto del tiempo es sexo, sexo, sexo y más sexo. Sexo, está vez sí, visto desde el prisma de Julio Medem, que reproduce sin pudor una serie de clichés totalmente rancios. Miren el personaje de Elena Anaya, la típica lesbiana militante, "con pedigrí" (las mujeres sáficas entenderán a qué nos estamos refiriendo), extrovertida, lanzada y cuyo objetivo en la vida parece ser cambiar de acera a mujeres hetero, o "heterocuriosas", como el personaje de Natasha Yarovenko. Un topicazo bastante insultante para la mujer lesbiana, o así debería ser.
Además, ¿se supone que el espectador debe sentir simpatía o empatía por estas dos mujeres tan inmaduras, infieles a sus parejas y de escasa moral? ¿Y por qué la película es tan aburrida y tan sumamente pretenciosa? Se cree que está diciendo cosas interesantes, y la verdad es que no dice nada.
Un ejercicio de tedio de Julio Medem, pensado para dudoso placer de quienes quieran dedicarse a las manualidades, cortesía de la incuestionable belleza de sus protagonistas.

Lo mejor: Hay imágenes bonitas, y la fotografía es ciertamente hermosa.
Lo peor: Es aburrida, pretenciosa y un paraíso para el baboseo de ciertos espectadores.
Sibila de Delfos
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