Por alguna razón que desconozco, El rey escorpión se convirtió en un personaje mimado por la industria, hasta el punto de que cuenta con su propia saga de películas (todas ellas, sin embargo, estrenadas directamente en formato doméstico y de calidad... en fin... bastante dudosa), que comienza con esta cinta de Chuck Russell.
La verdad, cuesta imaginar por qué pensaron algunas mentes pensantes que este personaje merecía una película en solitario, ya que sólo estaba presente en The Mummy Returns porque había que buscarle un rival sobrenatural a Imhotep, por aquello del "más y mejor", que siempre ha sido la máxima de Stephen Sommers como guionista. Sin embargo, aquí está la película, y, la verdad, resulta bastante lamentable.
La historia no resulta demasiado interesante, aunque su escasa duración por supuesto ayuda a que el visionado sea más o menos agradable. Sencillamente, este personaje no tiene demasiado carisma, por mucho que se hayan preocupado sus responsables por colarnos lo contrario a la fuerza por la garganta. Tampoco tiene mucho carisma, o no lo tenía en este momento, Dwayne Johnson, que en absoluto era en 2002 el actor que es ahora, que aunque no sea precisamente Al Pacino, sí resulta un tío bastante simpático y carismático. En El Rey Escorpión se nota que está apenas comenzando en el mundo de la interpretación, y aún no sabe demasiado sobre cómo transmitir las emociones del personaje. El resto de actores tampoco puede hacer mucho con los roles que les han dado, aunque por allí se cuelan caras tan conocidas como Bernard Hill o Michael Clarke Duncan.
Pero sin duda, lo que más llama la atención de El Rey Escorpión es lo cutre que se ve. Hay algo enormemente telefilmesco en su puesta en escena, en sus decorados de cartón piedra. Se ve todo muy falso y muy poco creíble, al contrario de lo que pasaba en las dos entregas de La momia, que sí contaban con una buenísima técnica tras la historia. Aquí lo que tenemos es, como decimos, mucho cartón piedra, mucho aspecto de película bíblica de las tres de la tarde de Jueves Santo, y una puesta en escena muy pobre de Chuck Russell, que no es un gran director.
En definitiva, una cinta bastante, bastante pobre en sus resultados.

Lo mejor: Entretiene. Está bien para muy fans de Dwayne Johnson que quieran conocer sus inicios.
Lo peor: Lo sumamente cutre que es y lo poco interesante que es este personaje en solitario (o en general).