Pamela Anderson y Tommy Lee, supermodelo / actriz y cantante / batería de Mötley Crüe, Pam & Tommy.
Una de las parejas más volcánicas y famosas de los 90 tenían que tener su hueco en la explosión total que vive de nuevo la ficción televisiva gracias a la inagotable oferta de las plataformas.
Y efectivamente, esa peculiar personalidad de los auténticos Anderson y Lee está muy presente en la miniserie y marca cada uno de sus actos. Pam y Tommy son impulsivos, viscerales, tan dados a las discusiones a gritos como a las apasionadas reconciliaciones y exageradas declaraciones de amor. Sin embargo, hay también un punto de ternura en los dos, y especialmente en Lee (algo que también se percibía en el retrato que de él se hacía en The Dirt, interpretado entonces por Mchine Gun Kelly), de seres que son todo corazón, y que puede que no tenga muchas luces en determinados momentos, pero son auténticos y sin doblez. No obstante, Anderson es, además, retratada como una mujer que, detrás de esa visceralidad y esos arrebatos, tiene inteligencia, y es plenamente consciente de lo difícil que lo tiene sencillamente por ser mujer y osar ser una absoluta sex- symbol. La gran perjudicada por la cinta de vídeo de marras es ella, mucho más que su marido.
Y lo mejor de la miniserie es precisamente cómo retrata a estos dos personajes y la extraña y vergonzosa odisea en la que se ven metidos por su escándalo sexual. Un tema que, la verdad, podría no haber interesado ni lo más mínimo a muchos espectadores y que, sin embargo, gracias al buen guion y la notable narración, resulta de lo más entretenido y agradable de ver. Desde luego, en vez de haber ocho capítulos podrían haber sido seis, y se habría podido centrar más solamente en la historia del vídeo, del matrimonio Lee y de quien les roba la cinta, ya que las historias de los personajes secundarios no quedan bien encajadas con la principal (atención al personaje de una muy desaprovechada Taylor Schilling), pero Pam & Tommy es una gozada para quien la sepa ver sin prejuicios.
Y qué se puede decir del trabajo de Lily James y Sebastian Stan como los ínclitos Anderson y Lee. James no sólo tiene un parecido físico asombroso con la Pamela real (gloria de caracterización, la suya), sino que defiende la dignidad de una de las mujeres que, quizás, más machismo han sufrido desde los 90 hasta hoy con pasión y una gran habilidad tanto para la comedia como para las escenas más intensas (ver cuando ha de responder las incomodísimas preguntas del abogado). Stan, por su parte, encarna al músico con esa mezcla antes mencionada de torpeza, pocas luces, impulsividad, encanto y atractivo, y demuestra de nuevo que es mucho más que el Soldado de Invierno de nuestros sueños como actor (ver cuando Pam y Tommy hablan en el avión, después de casarse, descubriendo que en realidad no se conocen en absoluto). Si no lo han visto en Yo, Tonya o Destroyer, no se lo pierdan.
Una de las mejores series en lo que va de 2022.

Lo mejor: Las interpretaciones de James y Stan, y la capacidad de la narración de hacer interesante un hecho que podría no haber importado nada (y seguramente no lo hizo en su momento) a muchísimos espectadores.
Lo peor: Los personajes secundarios no tienen demasiado peso ni demasiado desarrollo, y sin duda podría haber tenido un par de capítulos menos.