Pose es una revolución.
No sólo porque hacía mucho tiempo que una serie no enganchaba de esa manera desde el primer minuto. Sus personajes son reales, cercanos, entrañables, y sus historias interesan y conmueven a un espectador que, ya desde el episodio inicial, está deseando saber más. También es una revolución porque jamás una serie había reflejado con tanto acierto la realidad de las personas trans. Esta serie debería ser de obligado visionado para que muchos se dieran una muy necesaria ducha de realidad, tolerancia y apertura de mente. Relata perfectamente las dificultades a las que se enfrentaban y se enfrentan aún las personas trans, cómo las ve la sociedad, y también transmite un precioso sentido de familia elegida. Los Evangelista son familia, quizá no por lazos de sangre, pero sí por elección.
Además, en un acto de valentía que debería sentar cátedra, apuesta por actrices trans para dar vida a los personajes, y además la buena noticia es que son todas unas intérpretes sensacionales. Esperen a deleitarse con la dulzura y fragilidad de Indya Moore, la adorable aura maternal de Mj Rodriguez o la fuerza de Dominique Jackson. Por supuesto, Evan Peters, Kate Mara y James Van Der Beek también están soberbios, pero sin duda hay que quitarse el sombrero ante las actrices que dan vida a las chicas de los "ball" y sus compañeros masculinos (excepcionales Billy Porter, Ryan Jamaal Swain, Dyllón Burnside y Angel Bismark Curiel).
Extraordinariamente bien escrita e interpretada, entretenida y emocionante, y una ficción llena de verdad e interés sociológico.

Lo mejor: El reparto y la maestría del guión para construir personajes y situaciones.
Lo peor: Nada.