El amor y la guerra, siempre de la mano y siempre haciendo de las suyas en el cine.
El puente de Waterloo es una más que notable cinta romántica de la que ya podrían aprender las pasteladas que pululan por la pantalla últimamente. Es una película bien realizada, bien escrita y con una pareja que debería ser la envidia de cualquier productor de cine romántico de hoy en día. Robert Taylor es el perfecto galán y Vivien Leigh es una de las dos o tres mejores actrices de la historia, y con eso queda todo dicho. Juntos conforman una entente memorable, que pasea una química por la pantalla difícil de igualar y recita los estupendos diálogos como si fuera Shakespeare.
No es perfecta. El guión, pese a su buena narración, es un conjunto andante de todos los tópicos habidos y por haber sobre el amor en tiempos de guerra (no falta ni el de la "fallen woman"... y los que sepan de qué hablo, ya saben de qué hablo) y es posible que se pasen un poquito con la tragedia, pero se le perdona. Tampoco se podía esperar otra cosa. Es un drama. Es romántica. De eso es de lo que se trataba. Y al final la fuerza del amor lo puede todo.

Lo mejor: La maravillosa química entre Robert Taylor y Vivien Leigh, y que es una buena película romántica.
Lo peor: No es una obra maestra y tiene tópicos a granel.