John Boorman igual te hace un clásico de la "capa y espada" como Excalibur, que un más que notable thriller como El sastre de Panamá, que un biopic de Martin Cahill, uno de los más conocidos capos del crimen de Irlanda, que además acabó metido en líos con el IRA y el UVF. Mal asunto.
El director puede mezclar en la misma olla, gracias a la turbulenta vida del personaje real, los abusos sexuales del clero irlandés con la mafia, pasando por conflictos políticos y grupos paramilitares. Todo eso cabe porque todo eso ha sido también Irlanda, por desgracia, y la vida de Cahill tuvo de todo. Por desgracia, la película es demasiado larga y, por tanto, tiene un ritmo demasiado irregular como para mantener el interés todo el rato, aunque el resulytado sigue siendo impactante (atención a cómo está rodado el final) y el visionado es recomendable.
Muy buenas interpretaciones de Brendan Gleeson (uno de los actores fetiche de Boorman en los últimos años), Jon Voight o Maria Doyle Kennedy, también.