Ya he comentado en más de una ocasión que siento debilidad por películas a las que la mayoría de la gente cuelga el cartel de "aburridas". Gangs of New York, Master and commander, Lost in translation, Cold Mountain o El bosque figuran de lleno en tal categoría, y todas podrían ser incluidas en mi lista de películas favoritas (sobre todo las dos promeras y la última). Por éso tenía tanto interés en ver el asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, porque tenía toda la pinta de ser una de ésas cintas a mi juicio incomprendidas que a mí me gustan tanto. Y así ha sido.
No diré que es perfecta, porque no lo es. Ni siquiera diré que se ha convertido en parte de mi lista personal (aunque ya veremos qué pasa, o mejor dicho qué me pasa, cuando la vea por segunda vez). Pero de lo que no cabe la menor duda es de que el western contemplativo de Andrew Dominik estaba destinado a polarizar al público. Yo me encuentro entre lso que alaban la película. Dominik, con pulso firme, dirige elegantemente esta historia no tanto acerca de pistoleros y asesinos, que también, sino sobre lo que significa ser famoso (y se nos presentan dos ejemplos: el de Jesse y el de Bob) y ser un fan. Y por supuesto, también es una historia de amor, por parte de Robert Ford, y de deseo, por parte de Jesse James, entre dos hombres que no pueden desvelar tales sentimientos debido al mundo en el que viven. Puesto que ya lo leemos en el título, no es un spoiler decir que efectivamente Robert Ford mata a Jesse James, y que ésto deviene en el mejor momento de la película, culminando veinte minutos magistrales y dando paso a los últimos veinticinco, casi igual de maravillosos.
Lástima que sea tan larga, que en ciertos momentos (sobre todo en su segundo actor) esté a punto de aburrir y que la música sea tan poco adecuada para la historia, porque con algo más de soporte dramático aportado por la misma todo habría sido aún mejor. Y lástima por Brad Pitt, al que ha pasado igual que a Winona Ryder con Inocencia interrumpida. Se da el papel protagonista, produce la película, lo da todo... y es su secundario quien acaba llevándose la nominación al Oscar que tanto ha perseguido.

Lo mejor: Casey Affleck (que le hace la mitad del trabajo a su compañero), Brad Pitt (extraordinario cuando está con Affleck, mejor de lo normal cuando está solo), la puesta en escena de Dominik y los últimos cincuenta minutos en su totalidad.
Lo peor: Es sin duda demasiado larga.