Vaya vaya con Jennifer Kent. Una antigua actriz reconvertida en directora que debuta a lo grande con una de las mejores historias de terror que nos han contado en mucho tiempo.
Historias de seres demoniacos acosando a una familia ha habido muchas (así recientemente nos viene a la memoria la también soberbia Sinister), pero pocas veces se había puesto en pantalla de una forma tan aterradora, asfixiante y siniestra. Todo es sobresaliente en la película. La fotografía, blanca y negra casi en su totalidad, el aire de cómic macabro del villano, la atmósfera malsana y a ratos irrespirable cada vez que aparece el monstruo en cuestión y por supuesto la acumulación de momentos de esos inolvidables que pegan al espectador a la butaca (atención a cuando suena la puerta y Amelia encuentra lo que encuentra, y a la posterior llamada telefónica), la puesta en escena tremendamente efectiva de Kent, quien no parece en absoluto una debutante (ojo a su dominio del plano). Y por supuesto está el análisis que hace el guión acerca de la capacidad agresiva del ser humano y cómo podemos convertirnos en monstruos fácilmente cuando se pierde la cabeza.
Entre los actores, el niño Noah Wiseman resulta un poco insufrible y exagerado a veces pero sin duda es siniestro también, que es de lo que se trataba. Y lo de Essie Davis es directamente de otro planeta. Como empieza la película y cómo la acaba son dos cosas totalmente distintas. Parece otra actriz distinta y con eso queda dicho todo. Deberían lloverle los premios, porque lo que hace, desde la fragilidad y el trauma de la protagonista y desde la agresividad y la psicopatía una vez el mal empieza a apoderarse de ella, cuando ya parece más animal que persona, es de aplauso absoluto.
Si no se lleva la máxima nota es porque el clímax es un tanto excesivo y cae en el ridículo por primera vez, y el epílogo es una equivocación y deja al público confundido y resulta hasta un tanto risible por la especie de ¿acuerdo? al que se llega. Pero Babadook es una joya para los amantes del terror y para los cinéfilos en general, porque es la película de género más asfixiante y mejor rodada en años.

Lo mejor: Essie David, superlativa, y la atmósfera irrespirable de cada una de las apariciones del Babadook.
Lo peor: El final.