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Voto de Sibila de Delfos:
9
Drama Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de literatura en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se ... [+]
14 de mayo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adolfo Aristarain hace un cine muy particular, su propio estilo de cine. Dramas con momentos divertidos, o comedias dramáticas, siempre tiernas, emotivas, bonitas, llenas de amor, amistad y buenos sentimientos, en las que presenta su pesimista visión de la Argentina que tanto ama, su apasionada defensa de la educación y la libertad (y de la educación como único camino para ser libre), y las preocupaciones políticas de los personajes enfrentados a un mundo que habitualmente pretende machacar lo que más los caracteriza: el idealismo. Porque eso es Aristarain. Un idealista de los que ya no quedan, un romántico, un intelectual claramente de izquierdas con una visión nostálgica del pasado y de lo que él admira y cree. Algo maniqueo, cierto, pero todo lo más bello y romántico siempre lo es.
La película no es perfecta, como sí lo eran Un lugar en el mundo o Martín (Hache). El final es bastante previsible, sobre todo si se ha visto antes Un lugar en el mundo, y hay un abuso de la voz en off. Pero incluso en esos momentos, el guión de Aristarain y Kathy Saavedra es tan bueno, tan medido, tan bello, que resulta de una belleza sobrecogedora. y en boca de esos actores... Federico Luppi es un superdotado de la actuación, uno de los mejores intérpretes del mundo. Haga lo que haga te lo tienes que creer, tal es su fuerza, su carisma y su capacidad de expresión. Y Mercedes Sampietro pocas veces ha estado mejor, más simpática y más desbordante en su contención.
Una gran película, 100% Aristarain, de esas que dejan un gran sabor de boca, lágrimas en los ojos y ganas de vivir la vida intensamente, dejando de lado lo superfluo para centrarse en lo que realmente importa.

Lo mejor: Luppi, Sampietro y el guión medido de Aristarain y Saavedra, todo corazón y belleza.
Lo peor: La voz en off, justificada y útil, aunque aparece demasiadas veces de forma innecesaria. Las imágenes ya hablaban. Y por supuesto, la previsibilidad.
Sibila de Delfos
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