Ellie Parker pasa por ser uno de los proyectos más feos de los últimos años. La puesta en escena y la calidad de la imagen son espantosas. Entendemos que se trataba de eso, precisamente, pero vaya horror. Además, tiene un problema grande la película de Scott Coffey, y es que fue inicialmente concebida como un corto, y se nota. Se nota mucho. Básicamente porque, si se hubiera quedado en corto, podría haber tenido su cierta gracia observar las aventuras y desventuras de Ellie Parker, esta aspirante a actriz australiana, pero siendo un largometraje se hace insoportable y no hay por dónde coger ni su alargadísimo argumento (que es una simple sucesión de anécdotas) ni, como decimos, su feísimo aspecto.
Sólo para fans de Naomi Watts, que es lo mejor de la película, porque todo lo hace interesante. Podría leer un prospecto médico o las instrucciones de uso de una aspiradora, y seguiría sonando interesante, porque es una actriz fabulosa.