Buen film del maestro John Ford, considerado, con razón, uno de sus filmes más modestos en su etapa sonora.
Pero, aún aceptándolo, es una magistral, aunque con apariencia de simple, lección de cine.

Con una humanidad desbordante, y un amor hacia sus personajes, como en él era habitual, Ford nos muestra un microcosmo que destila alegría de vivir, donde la amistad, el honor y la dignidad humana son monedas corrientes de una solidaria comunidad. Una comunidad que, de acuerdo, está demasiado edulcorada. Ya se sabe cómo se las gastaba en este sentido Ford. Pero siempre es de agradecer un "artista", como es el caso de Ford, que nos alegra con las cotidianas cuitas de unos entrañables personajes, donde no falta la ambición humana y la violencia cobarde hacia el diferente.

Se subrayan los elementos característicos de las comunidades del Sur, como son la caballerosidad hacia las damas, y el sentido de bon bivant de sus buenas gentes, donde todos viven en armonía.

En fin, puede que no sea del todo creíble, pero sí verosímil y además lo importante en este caso es observar cómo hilvana Ford una historia en apariencia liviana, hasta engrandecerla con elementos humorísticos y dramáticos, hasta conmovernos en lo más profundo, (*spoiler), color (bueno, la peli es, naturalmente, en blanco y negro), y música.

En fin, que una vez más Ford nos envuelve en su particular mundo, hasta emocionarnos en lo más profundo. ¡Qué grande era!

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