Coproducción entre Finlandia, Alemania, Estonia y Rusia, que obtuvo gran éxito en el pasado festival de Cannes y aquí, en la Seminci de Valladolid ha obtenido el premio al mejor actor para Yuriy Borisov.
Debo reconocer que, a pesar de que en líneas generales me ha gustado, no la tengo por tan buena, por cuanto me ha costado entrar en materia dado que la idiosincrasia nórdica se me ha escapado en los primeros minutos, pareciéndome el film algo desequilibrado. Además, su humor, que lo tiene, se me escapa al ser diferente de lo acostumbrado en el mundo "cálido".
Más tarde, y poco a poco, va tomando forma y los sentimientos derivados en la en principio imposible relación entre los dos protagonistas, fluyen de forma cálida.
De tono melancólico, a pesar de ser positiva y esperanzadora, me ha resultado un tanto fría y algo distante por tanto, pero también me llega su cariño hacia los personajes, almas solitarias que se buscan a sí mismas con objeto de recomponerse.
En efecto, requiere, tal y como he leído por ahí, un poco de paciencia, pero al final y sobre todo si entras en la historia, puedes disfrutar, pero eso ya es para gustos.

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