Estimable trabajo de François Truffaut, que significó su testamento cinematográfico.

Se trata en realidad de un simpático homenaje a todas aquellas películas de intriga policíaca que tanto le gustaban al maestro.

Y lo hace desde el cariño, utilizando un humor desarmante, sobre todo en las escenas en las que se juntan los dos protagonistas, unos admirables Fanny Ardant, entonces compañera sentimental del realizador, y el gran Jean-Louis Trintignant, simplemente soberbios.

Las escenas en las que están juntos son muy divertidas y una hacen sonreír y otras reír de lo lindo. Su vis cómica y su química es innegable y ambos tienen entrañables personajes.
Cuando la gran protagonista es ella, la cosa baja a veces, siendo el ritmo e interés un tanto irregular, pero en todo momento entretiene y al finalizar compruebas que tienes una sonrisa de oreja a oreja. Y es que deja un muy agradables sabor de boca, aunque ciertamente, si sabes que poco después falleció Truffaut, pues te da un poquito de grima.

Bellísima Ardant, todo una señora con un par de piernas preciosos.

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