- ¿Es usted clinteastwoodiano?

Soylo. Quiero decir, hay algo que se deglute bien en sus últimos 30 años de películas, una paciencia, unas espontaneidades, una intensidad.

- ¿Porqué le clava un 5?

Me ha fallado el trasfondo. Me han fallado escenas clave. Me ha fallado el hilo conductor. Me han fallado los personajes. Me ha fallado en consistencia.

- ¿No lee las críticas de los que le han puesto un 10?

No ha hecho falta. A mitad de película pensé que estaba viendo una comedia, una comedia con pretensiones edificantes. Eastwood combina amabilidad y drama, buenismo y violencia, infantilismo y denuncia. En mi opinión no acaba de salirle bien, no resulta adecuadamente la mezcla, quedan sin pulir unos cuantos grumos...

- ¿No cree entonces que estamos ante una de las mejores cintas de los 90?

Pues no, ni de cerca. Hay varias escenas que chirrían tanto que te sacan de la película: Todo lo que tiene que ver con el otro presidiario que sale de la cárcel; el comportamiento del chico, ora toma la pistola ora lloriquea sin compasión; la futilidad de las escenas del grupeto del Sargento Clint; toda la escena con la humilde familia negra; el alargamiento inmisericorde de la predecible y lacrimógena escena final; la escena insostenible de Costner y el chico en el pueblo donde van a buscar ropa (¿Dónde están las pistolas de los policías?); el reiterado mensaje de que a los chavales hay que darles todos los caprichos que te pidan... Son demasiados lastres para un director de la categoría de Eastwood, demasiado como para hablar de obra redonda, de producto sólido, de entretenimiento de calidad.

- ¿No ha visto entonces nada de valor?

No he dicho eso. Hay un trasfondo interesante al que Clint no ha sabido sacarle todo su jugo, sin duda porque la temática es mucho más compleja y difícil de transmitir de lo que parece. Estamos hablando de una sociedad en la que la reinserción del individuo que delinque es una quimera; hablamos de un mundo en el que los hijos viven atormentados por la violencia de sus padres; un mundo en el que todos sus estratos sociales están infectados de violencia intrínseca, abarca desde la de quienes viven en la mayor miseria como la de los representantes de la Ley y el orden; un mundo en el que la represión y la intolerancia, la discriminación y el abuso, lo tiñen todo de un feísmo de difícil erradicación; un mundo en el que no cabe la ilusión, la fantasía, la bondad, el respeto.

- ¿Le parece poco toda esa retahíla de sugerencias procedentes de la película?

Las deduzco yo, pero Clint nos pinta un lienzo borroso. Borroso porque los defectos cinematográficos emborronan el alma de toda la cinta. Y es que el alma, en las películas de Clint, es de lo mejor que tiene. Si me la ensucias, pierde puntos.

- ¿Ni siquiera el bueno de Costner le hizo levantarse para aplaudir?

Su creíble personaje, junto con la belleza de todo el aspecto visual formal, reconozco que rallan a muy buen nivel. Supongo que es eso, sobre todo, junto con los momentos tiernos, los que han ablandado la sesera de muchos de los entusiasmados espectadores.