La figura de Jesse James siempre ha gozado de una aureola mítica que lo hace muy atractivo para las letras y el cine. Pero hasta ahora nadie se había ocupado de él desde una perspectiva desmitificadora, más introspectiva, más interesada por lo psicológico. Y lo que es aún más estimulante: analizar cómo el mito incide en la realidad, cómo el mito parece cobrar forma hasta asfixiar a la persona y convertirla en alguien completamente irreal para todo el mundo.
Por eso, el personaje más conseguido de esta historia es Robert Ford, que conoce las dos caras del famoso forajido y terminará atentando contra él (no desvelo nada que no diga el título) para, en el fondo, responderse a la pregunta que le hace Jesse: "¿quieres ser como yo, o quieres ser yo?". Un Robert Ford interpretado por un Casey Affleck en estado de gracia, inmenso, con un personaje completamente gris hacia el que sentimos desde grima hasta una íntima comprensión dentro de su ser pusilánime. Lo de "cobarde" es lo que quedará para la posteridad, como un añadido a la leyenda de Jesse James, pero en esta película descubrimos a una persona constantemente humillada y pisoteada que necesita algo con lo que reivindicarse y reafirmarse. Por otro lado está Brad Pitt, que cumple, pero al que le falta algo más de magnetismo para hacernos creer la leyenda de su personaje.
En cuanto a estética y recursos formales, El Asesinato de Jesse James... es un auténtico hallazgo. Andrew Dominik, un director con oficio, gobierna la película con buen pulso, gran dominio de la perspectiva y la cámara y gusto exquisito por los detalles, por filmar algunos pasajes que son verdadera poesía visual. Esta aproximación al mito de Jesse James se nota cuidada al extremo; su ambientación es hipnótica, su puesta en escena es tremendamente sugerente y atractiva, y todo ello, por si fuera poco, con banda sonora del genio Nick Cave, cuyas notas contribuyen sobremanera a acentuar el aliento mítico de la historia.
La gran baza de El Asesinato de Jesse James... es su cuadro de personajes, todos magníficamente interpretados. Aunque el guión en ocasiones tiende a irse por las ramas, centrándose en personajes de menor interés, y a veces encuentra dificultades para encarrilar su trama, todo ello se compensa con un sinfín de imágenes poderosísimas, de pasajes tan bellos como estremecedores, y con unas interpretaciones que rayan la perfección.
No sé si esta película enamorará a alguien, pero seguro que causará gran admiración. Tal vez a más de uno le parecerá que sucumbe ante sus propios excesos. Pudiera ser. De una manera u otra, hay que verla.