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Voto de david panadero moya:
Drama Bobby Griffith (Ryan Kelley), un adolescente gay, se suicida debido a la intolerancia religiosa de su madre (Sigourney Weaver), una fanática cristiana. Después de la tragedia, la madre se replantea su escala de valores y su posición ante la homosexualidad. Basada en el libro homónimo de Leroy Aarons, que se basó a su vez en un suceso real ocurrido en los años setenta. (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos las personas tenemos que comprendernos, tanto a nosotros mismos como a los demás, pues esa comprensión y el respetarnos unos a otros nos hace más humanos, dignos y mejores. Siempre tenemos que ponernos en el lugar de los demás y no dejar que nuestro orgullo o nuestro miedo nos cieguen, y no nos permitan ver que somos iguales y que tenemos el mismo derecho a vivir nuestra propia vida y a ser libres y felices. Estamos aquí para realizarnos como personas y alcanzar nuestras propias metas y todos tenemos derecho a ello, seamos de la raza que seamos, hablemos el idioma que hablemos o nos atraigan personas de un sexo o de otro. Así es como deberían ser las cosas, pero en la sociedad en que vivimos, y aún más antes, si alguna persona se sale de lo que se considera "normal" solo porque él o ella es así, otras personas puede que lo rechacen y lo tachen de raro sólo porque es distinto a ellos, algo que es aún más común cuando se trata de cuestiones como la homosexualidad y está la religión por medio. Y yo me pregunto ¿ no podemos todos ser queridos y querer a una persona indiferentemente de que uno sea homosexual o heterosexual?. Porque el amor siempre es igual, significa las mismos sentimientos y las mismas emociones tanto si se es de una manera o de otra. Lo malo viene al identificar salirte de lo normal con pecar o con hacer algo malo, cuando lo único que estas haciendo es ser tú mismo. Ese es el problema al que Bobby tuvo que hacer frente y que lo atormentaba, mientras su madre se negaba a entenderlo apelando a su fe ciega y a una curación que nunca llegaría, pues no había ningún mal que curar. Menos mal que al final, y cuando ya era demasiado tarde, se dio cuenta de ello y luchó para conseguir un mundo mejor para los homosexuales como si al hacerlo se estuviera ganando el perdón de su hijo por todo el daño que le hizo.
Maravilloso telefilme en todos los aspectos tanto técnicos como interpretativos, que nos enseña una gran lección: la de que todos tenemos que querernos y aceptarnos los unos a los otros tal como somos.
david panadero moya
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