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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
8
Drama. Comedia Durante los años 70, la economía de la región atrajo a muchos oportunistas a Uruguay. Las instituciones estaban en bancarrota; había un gobierno militar; los subversivos estaban tras las rejas y, para los sectores de baja reputación de las economías de Brasil y Argentina, el mercado financiero uruguayo parecía el lugar ideal para hacer desaparecer el dinero. Así es como Humberto Brause comienza una meteórica carrera en la compra y venta ... [+]
4 de mayo de 2024
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Después de unos cuantos títulos, digamos singulares, en los que Federico Veiroj narraba experiencias excéntricas desde un ángulo más intimista, parece que ha decidido probar sus armas como director con una historia con un corte diferente, más ambicioso. El resultado este "Así habló el cambista" (preferible el original al recortado español), una historia que si bien parte de un material ajeno, no hay duda que el resultado de la adaptación podría ser una novelita de Robeto Bolaño (a veces nos hace pensar en "Estrella distante"). Así, encontramos una revisión en clave socarrona de la historia reciente de Latinoamérica, que critica las dictaduras militares, reflejando su carácter despiadado y su rapiña voraz, si bien tanto el sexo como la violencia aparecen antes sugeridos que aparecen de forma esquinada, muy elíptica, contando además con ciertas referencias literarias, en este caso de Nietzsche y su habló "Así habló Zaratusta", parábola filosófica con la que el autor alemán buscaba purgarse de los signos de la modernidad del siglo XIX.

En este caso la parábola de Veiroj la protagoniza Brause, un oficinista bancario de carácter introvertido aunque sin escrúpulos, no posee precisamente los atractivos de un gran protagonista carismático, sin embargo conviene ese hermetismo para introducirlo en esas operaciones delicadas y fuera de la ley. El marco temporal no puede ser más oportuno: los años 70, cuando diferentes países del cono sur vivieron dictaduras militares de diferentes escalas de asesinato y violencia. En la historia particular del cambista intervienen Uruguay, Argentina y Brasil en un momento en el que los poderes militares sacuden el tablero político, tomando a la fuerza el poder con la intención velada de tomar los bienes y recursos obviando cualquier escrúpulo ético. Las matanzas de indígenas, los fraudes y los engaños son los ingredientes principales de ese clima moral por el que se mueven los personajes, que trazan alianzas de interés, planean y conspiran sin tapujos, un clima de vileza absoluta, disimulado bajo una apariencia intachable y adecuada al buen gusto de la clase media.

El contrapunto a todo ese ir y venir de canallas lo pone Gudrun, la esposa de Brause, de origen alemán, quien lo enciende y le pone como una moto, sólo que por su carácter conservador la señora no es de fácil acceso, lo cual frustra a Brauser y él reacciona de una forma que todavía empeora más el matrimonio. Tal y cómo se va viendo, las reservas de Gudrun por las prácticas criminales de Brauser poco a poco se van deshaciendo, hasta que alcanza el punto que se acostumbra y sencillamente disfruta del dinero, lo cual vendría a exponer como incluso los temperamentos más rígidos pueden acabar doblegándose frente al efecto disolvente del poder y el dinero, una fuerza que empuja hacia la corrupción y compra voluntades, por impolutas que sean. Por ello se nos presenta tanto a terratenientes, políticos, militares o banqueros, sectores muy diversos susceptibles de dejarse pudrir por las ingentes montañas de dinero. Por el contrario, Schweinsteiger, el padre de Gudrun, vendría a exponer a ese hombre de negocios a la vieja usanza, nacidos en el siglo XIX, que tiene unos límites éticos muy marcados y jamás los rebasa, cosa que sí sucede con las generaciones diferentes, lo que supongo que es uno de los puntos clave que elabora el guion, en dibujar qué clase de generación hizo posible todo ese clima de rapiña y violencia.

La muy reconcentrada expresividad de las actuaciones, recurso habitual en el director uruguayo, sirve para crear ese clima de comedia hierática y deja mucho espacio para que sea la ironía y el humor negro lo que marquen el compás y manejen las riendas de la Historia, que expone las mayores atrocidades como de pasada y deja a la postre un retrato nada amable de esa generación de los años 30, que surgió en los 50 y en los 70 encabezaba la toma decisiones, que por más que sean observados por un lente de causticidad expone como hicieron posible una época muy convulsa y oscura. Otro punto a favor de Veiroj es como logra exponer toda esa brutalidad, le bastan apenas algunas gotas para resultar impactante. En ese sentido la aparición de Bonplan, una suerte de sicario de los militares argentinos, resulta muy iluminadora y clave, sólo necesita de un par de grabaciones sonoras de sus torturas para expresar qué clase de infierno desataron, de lo lejos que eran capaces con tal de agenciarse más riquezas.

Parece entonces que Veiroj estaba preparado para asumir una propuesta más ambiciosa, susceptible de alcanzar audiencias más amplias sin renunciar a sello de autor, sólo acomodándolo a un marco más potente que propensa una narración en la que prácticamente cada escena posee interés y, en mi caso, logró atraparme pronto y mantener el interés los casi 100 minutos que dura, sin forzar el gesto, inyectando de forma continua esas bromas taimadas que traza la historia secreta de las naciones, un gran fresco repleto de abyección e injusticia, que sin duda debería ser visto en cada instituto de cada ciudad, para que esas escenas inolvidables no nos permitan minimizar una época criminal.
Jean Ra
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