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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
8
Drama Emmanuèle, una novelista con una vida privada y profesional plena, se precipita al hospital al enterarse de que su padre, André, acaba de tener un accidente cerebrovascular. Cuando se despierta, debilitado y dependiente, este hombre, curioso por naturaleza y amante apasionado de la vida, le pide a su hija que le ayude. (FILMAFFINITY)
16 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon es uno de esos nombres que me han ido acompañando a lo largo de mi trayectoria como cinéfilo y aficionado a las películas francesas. De tan variada que es su filmografía se podría decir que no tiene temas muy marcados, quizá por eso no es el primer nombre que citas cuando se hablan de los mejores directores franceses y europeos. Y sin embargo es todo un seguro, un director que conforme ha madurado también ha crecido artísticamente, apostando por la sutilidad sin mojigatería, la claridad sin obviedad, el cuidado tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena y siempre buscando fuentes literarias y teatrales para reflejar un amplio espectro de diferentes aspectos de la sociedad moderna.

Veo este título coincidiendo con la muerte de Jean-Luc Godard, fallecido precisamente en su residencia en Suiza tras requerir el servicio de una empresa de muerte asistida. Se dice que también Alain Delon ha pedido acabar con su vida. Ignoro los entresijos de sus vidas privadas, sin embargo también hay que considerar la cuestión del cansancio de la vida, cuando, como le ocurrió a una tía de Michael Haneke, los amigos han muerto, nada interesa y el transcurrir de los días se torna plúmbeo y agobiante. Estos casos, si bien personalmente los respeto, me resultan extraños. Más comprensible es esta situación presentada por Ozon, en el que la calidad de vida del anciano interpretado por un magnífico André Dussolier se demuestra notoriamente penosa, muy precaria, su día a día está repleta de impedimentos y miserias que le alejan de cualquier jornada razonablemente satisfactoria, así las razones para continuar hasta que la naturaleza realice su trabajo son mínimas, cuando no inexistentes.

Ozon es claro, sin embargo elude los discursos masticados. Ya en "Grâce à Dieu" abordaba el delicado tema de los abusos sexuales dentro de la iglesia desde el punto de vista de un grupo de creyentes; aquí se abstiene de moralizarnos acerca de la necesidad de aspirar a una muerte digna. Por la naturaleza egoísta del anciano André está claro que los remordimientos por suponer una carga para sus hijas no tiene gran peso en su decisión, sin embargo comprendemos por alusiones que ha disfrutado de una vida plena, un hombre cuyo éxito empresarial le ha permitido ser un bon vivant, aficionado a los restaurantes y un gran comprador de arte. Su ex-mujer, interpretada por Charlotte Rampling, con la que se demuestra distanciado, es escultora, de modo que el espectador puede unir en elipsis esos puntos del pasado. En algún momento se dio cuenta que era homosexual y a pesar de tener esposa y dos hijas, se embarcó en una aventura con un hombre, una pasión de lo más tormentosa, al punto que tenía una pistola en casa para ahuyentar a este hombre impulsivo y voluble. Aquí y allá se realizan sumas de todas las alusiones y el resultado expone el contraste en la calidad de vida resulta especialmente doloroso.

Un motor que sirve para añadir cierta tensión dramática, y que ayuda también apuntar al debate social entorno a la eutanasia, es la situación legal en Francia, dónde no está permitida y deja solamente esta alternativa a gente con dinero que pueda costearse un viaje a Suiza, dónde sí es plenamente legal, así que lo que parece un relato de gentes acomodadas, si se rasca un poco en la superficie nos hace comprender ciertos aspectos de esta situación en Francia, un país que en líneas generales se enorgullece su ánimo innovador, moderno e incluso vanguardista. Al principio de la cinta, André tiene un compañero de habitación, otro anciano, interpretado por Jacques Nolot, cuya situación, no tan acomodada como la de André, hace que al cabo de los días regrese sólo a casa, dejado a su suerte, mientras André puede pagarse un hospital privado: otro apunte acerca de la desigualdad. Pero también podemos fijarnos más allá de los aspectos socioeconómicos, observar el contraste entre estos dos ancianos, dónde Ozon nos habla de la soledad emocional y también de la material, de la necesidad de construir elementos que nos sostengan en momentos de mayor necesidad.

Elecciones formales como prescindir de la banda sonora para realzar o subrayar las tensiones y los sentimientos denotan una gran valentía por parte de Ozon, que elimina así cualquier interferencia que empañe los impecables trabajos del elenco, fabuloso en cada una de sus apariciones, poniendo de relieve sensaciones muy delicadas acerca de la dolorosa situación y que nos hace comprender las contradicciones que afrontan los personajes, cuando por ejemplo se debe luchar por una persona que no ha sido un ejemplo de generosidad. ¿Es posible entregar amor cuando, como en el caso de André, no es el mejor receptor? Es una historia de amor y muerte. La segunda es inevitable, el primero siempre ha de tener espacio en la vida, aunque no sea fácil entregarlo, también para la compasión y la generosidad, aspectos vitales y esenciales en cualquier sociedad sana y adulta, sea laica o religiosa. Imposible no ver en esos personajes rasgos de otras situaciones y otras personas de nuestra vida privada, tan cristalina y emocionante es la historia que nos cuenta el Ozon más accesible hasta la fecha.

Tiene momentos de potente emoción, como no, tratándose de una historia acerca del final de la vida, y sin embargo no creo que trate el tema con grandes fastos y pirotecnia ferial. En esta meditación acerca de la necesidad de escoger el momento del inevitable fin, la contención y la trasparencia hará que nos fijemos en los aspectos mínimos, los contrastes que hay en las relaciones (en el mundo de Ozon nada es blanco o negro) y los obstáculos corrientes que van encontrando los personajes, todos más o menos equiparables a los que se encontraría cualquier persona, pues visible ha sido el esfuerzo por relatar de forma respetuosa y honesta. No creo que sea la película más 'humana' del director francés, diría que prácticamente todas lo son, pero sí en la que más se acercará a sus espectadores.
Jean Ra
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