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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
7
Comedia París, 1911. La Gioconda desaparece del Louvre. Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire son detenidos. Pablo recuerda que Guillaume le había presentado a un atlético joven llamado “el Barón” que, al enterarse de su fascinación por unas estatuas ibéricas, decide robarlas del Louvre y vendérselas a un precio ridículo. Aquellas estatuas fueron cuatro años antes la inspiración del primer cuadro cubista, “Las señoritas de Avignon”. Pablo es ... [+]
18 de septiembre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El arte es la única salvación frente al terror y la náusea que la naturaleza darwiniana nos produce."

Eso es. No es ni un biopic ni una película de robos, tan sólo una ficción especulativa, deliberadamente mendaz y por lo tanto verdadera, una búsqueda de esa vitalidad que ha de llenar el período de cada hombre y exorcizar los demonios del tedio y la depresión. La época escogida parece óptima: el vagón de cola de la Belle époque, la patria del optimismo. Es una época de truhanes alegres y mecenas soñadores, de hurtos y noches consumidas en unos cabarets bohemios rellenos de humo y humor, de revoluciones culturales y vuelcos en las artes, dónde incluso personajes como Manolo Hugué pueden, si le ponen empeño, pintar islas de alegría en el mapa de su exilio y dónde la gente no se deja arrastrar tan asiduamente por el individualismo feroz y puede formar alianzas y movimientos.

Desde luego no es una Arcadia de película. Los defectos saltan a la vista. No es la obra definitiva y total acerca de la juventud de Picasso, pero desde luego tampoco la deshonra y no convierte París en una especie de parque temático cultureta y melifluo como en la película de Woody Allen, tan recargado de tópicos, dónde parece más importante airear nombres famosos que caracterizarlos decentemente. En 'La Banda Picasso' los personajes gozan de una dimensión más cálida y menos académica y se les ve robar, enamorarse de mujeres, meterse en problemas o pegarse una noche de juerga. Es un modesto homenaje a una época realizado por un vitalista como Colomo, cineasta de cientos de fotogramas luminosos, quien busca reivindicar a esos personajes a través de su sentido de la amistad.

La configuración del mundo es, ante todo, certera y razonada: Picasso es un tipo bajito y tímido, un hombre al que su arte ha de hablar por él, cosa que, en ese universo competitivo y feroz, bien podría conducirle a un fracaso total, pero para su suerte, arrimando el hombro por él, tiene a su alrededor a gente como Apollinaire, mucho más capacitado para fijar en palabras sus ideas y así satisfacer sus necesidades. Su amigo el poeta aún está algo pegado a las faldas de su madre y eso hace que el sexo bello sea para él una asignatura difícil, pero el ojo de Picasso le allana el terreno y le apunta la dirección que debe tomar. A cambio él le engancha al carro de los Stein, que harán posible el punto de partida del cubismo: el cuadro las señoritas de Aviñón. En ese mundo premeditadamente idealizador y brillante, poca importancia tiene que ese cuadro fuera en verdad pintado en 1907 y la película parezca enmarcada en el 1911 o si la influencia africana en el arte de Picasso vino de ahí o más allá. Esos y otros personajes, como ahora Max Jacob, tan sensible y frágil, son una vindicación de una forma de sentir el mundo, el de la ayuda mutua, dónde las gentes se necesitan unos a otros para abrirse paso en la sociedad y saltar esas vallas que en solitario serían demasiado altas. Por eso, al final, cuando unos lazos se deshacen, casi se puede oír el sonido de las grietas al quebrarse.

Quién sabe, puede que la próxima película de Saura, que parece contar con intenciones más solemnes, atrape con más exactitud el temperamento artístico de Picasso y represente con más relieve el París bohemio del siglo XX, no son esas cosas que le reprocho a esta película. Lo que sí me cuesta más pasarle a esta comedia de tono es que se le note mucho el ser un producto suavizado o aseado, si algo le falta a esta película es opio y noches locas en el prostíbulo. No habíamos quedado que transcurría en la Belle époque?
Jean Ra
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