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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
6
Drama Por primera vez en su vida, víctima de problemas cardiacos, Daniel Blake, carpintero inglés de 59 años, se ve obligado a acudir a la asistencia social. Sin embargo, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la administración le obliga a buscar un empleo si no desea recibir una sanción. En la oficina de empleo, Daniel se cruza con Katie, una madre soltera con dos niños. Prisioneros de la maraña administrativa actual de Gran ... [+]
24 de marzo de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Palma de Oro en el festival de Cannes de 2016 fue sin duda toda una campanada. Me gustaría de verdad hurgar en las cabezas del jurado y saber qué les impulsó a descartar propuestas mucho más ambiciosas y arriesgadas como The Handmaiden en detrenimiento de esta película de Ken Loach, que no tiene mucho de excepcional por el simple hecho que no es más que otra película más de nuestro querido director socialista.

Y me explico. No es que crea que sea una cinta mediocre, pero tiene todas las virtudes y vicios del cine de Loach y supone un cierto retroceso dentro de su filmografía pues vuelve a las maneras de películas como "Mi nombre es Joe" o "Lloviendo piedras", dónde todo se da mascado y la obviedad reina en cada fotograma. Sólo convence a los que ya estamos convencidos de antemano. Particularmente lo veo mucho más audaz en películas como "En un mundo libre", dónde se adopta el punto de vista de un personaje mucho más complejo, que no es la víctima y por lo tanto no resultan previsible. Pero no, Laverty y Loach se fijan en la pieza más débil del engranaje social y le hacen pasar por todas escenas necesarias para demostrar su tesis sin mayor contradicción.

Y ojo, personalmente me siento afín a esa visión izquierdista de Loach. Y el trasfondo me parece irreprochable. Veo como se representa con mucha verosimilitud un sistema kafkiano de ayudas tan aparente como ineficaz, dónde no se atiende a las limitaciones y circunstancias personales de los solicitantes y se les somete a todo tipo de sutiles vejaciones para que, sin necesidad de mancharse, al final arrojen la toalla, dejen de constar en las estadísticas negativas y se aparten a un lugar a morir en silencio y sin molestar, lejos del foco público. Me imagino que de una idea similar debió surgir la simpática y obvia escena de la pintada. También supongo que después de verla muchos espectadores tendrán claro dónde y cómo se pisotea a los ciudadanos que necesitan asistencia y que ése era el objetivo de Laverty y Loach el primer día que empezaron a gestar este proyecto. No está mal, pero a una obra de ficción se le debe exigir más.

Los resortes que sigue la película para alcanzar ese fin son tan rudimentarios que empañan el resultado. Porque tan pronto conoces a los personajes principales y ves que situación sufren, tienes claro hacia dónde irá la película y cómo llegará a ese punto. Y no falla. Las marionetas se mueven a la posición prevista sin contratiempos. No existe hueco alguno para la sorpresa, la contradicción, la ambigüedad o el contrapunto, elementos que doten al conjunto de mayor robustez. Así, como lo ha hecho Loach, resulta endeble y es fácilmente rechazable por epidérmico. Sí, empatizas con los personajes, su situación te parece indignante pero una película-pasillo, dónde empiezas y acabas en un único punto posible, no remueve la raíz de las ideas ni invita a pensar con mayor profundidad.

Por eso he escrito que me extraña la Palma de Oro, que normalmente se otorga a películas mucho más avanzadas en cuanto a formas estéticas. Sin movernos del espectro del cine de izquierdas, me parece que mucho tiene que aprender Loach de los hermanos Dardenne e incluso Cristian Mungiu. Son directores que a nivel dramático saben escarbar mucho mejor en las situaciones y mostrar situaciones más complejas y han sabido explorar formas de cine-realidad que van más allá de lo que Loach ha sido capaz desde hace cincuenta años.

¿Lo del jurado ha sido una declaración política o una concesión a los sentimientos? Concursos aparte, me gustaba mucho más el camino del Loach documentalista de "El espíritu del 45", dónde su proselitismo de viejo laborista funcionaba sin tantas pegas. Puede que Loach no ambicione tal cosa y que lo que se propone es sensibilizar al espectador. Al fin y al cabo las obras que más han conmovido en el siglo XIX fueron las de Hugo, Zola y Dickens y no las de Lautremont o Gérard de Nerval. La de esos franceses son obras para una selecta minoría y está claro que Loach no se dirige a ese sector. Me gustaría creer que a esos a quien se dirige, tras verla, se pondrán a pensar, luego se movilizarán y no se quedarán quietos, lo que hará posible un sistema más justo que no deje en la cuneta a los Danniel Blake de este mundo. O puede que no, puede que en contra de lo que Bertolt Brecht se proponía, empatizen con la abstracción y se olviden de la idea sin necesidad de tomar nuevo contacto con los titulares de la prensa burguesa. Unos titulares que hablarán de los temores de los mercados, el crecimiento económico y la libertad fiscal y les hará temer su propia situación y piensen que bien, es una lástima que Daniel y Katie sufran pero primero estoy yo.
Jean Ra
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