Una historia de cuernos ambientada en el mundillo ferroviario que, sin duda, es lo más interesante de la película, ver cómo era conducir aquellas locomotoras de vapor es una auténtica gozada y Renoir se recrea en ello en varias escenas, cosa que se agradece. Ahora bien, la historia de amor entre el maquinista y la mujer del jefe de la estación funciona regular, y a Jean Gabin como hombre atormentado pues tampoco me lo acabo de creer. Pa gustos colores.