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Voto de Guadianalane:
10
7.4
32,322
Intriga. Cine negro
Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz que vive con su esposa Renee (Patricia Arquette), recibe unas misteriosas cintas de vídeo en las que aparece una grabación de él con su mujer dentro de su propia casa. Poco después, durante una fiesta, un misterioso hombre (Robert Blake) le dice que está precisamente en su casa en ese instante. Las sospechas de que algo raro está pasando se tornan terroríficas cuando ve la siguiente cinta de video... (FILMAFFINITY) [+]
10 de enero de 2008
214 de 233 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una carretera de noche. Los faros de un automóvil a toda velocidad recorren el asfalto. Comienza la película y ya sabemos que estamos embarcados en un viaje que no será como cualquier otro que hayamos realizado antes. Vamos directos a la mente de un psicópata y quizá también a la del propio David Lynch, a la de sus obsesiones, a la de sus recuerdos, a la de su onírica forma de entender el cine...
"Carretera perdida" es un recorrido por el universo enfermizo de un asesino, un trayecto de ida y vuelta por la mente de un sujeto arruinada por los celos, por las obsesiones, por las inseguridades y por las sospechas. Un viaje por el grotesco e inquietante cerebro de un hombre inseguro, arrasado por las llamas de la pasión por una mujer que le corroe la mente y el cuerpo. Muy pocas películas han dado al cine la recreación de las particulares obsesiones de una mente enferma y nos han conducido de la mano (y de los ojos) a que veamos cómo funciona una terrible mente perturbada en todo su horrible esplendor.
David Lynch lo hace de una manera turbadora y onírica, a través de un guión circular y una historia deformada, como si hubiese sido pasada por el laberinto de los espejos de un espectáculo ambulante, de un circo de los horrores. Señoras y señores, pasen y vean. El espectáculo está garantizado...
"Carretera perdida" es un recorrido por el universo enfermizo de un asesino, un trayecto de ida y vuelta por la mente de un sujeto arruinada por los celos, por las obsesiones, por las inseguridades y por las sospechas. Un viaje por el grotesco e inquietante cerebro de un hombre inseguro, arrasado por las llamas de la pasión por una mujer que le corroe la mente y el cuerpo. Muy pocas películas han dado al cine la recreación de las particulares obsesiones de una mente enferma y nos han conducido de la mano (y de los ojos) a que veamos cómo funciona una terrible mente perturbada en todo su horrible esplendor.
David Lynch lo hace de una manera turbadora y onírica, a través de un guión circular y una historia deformada, como si hubiese sido pasada por el laberinto de los espejos de un espectáculo ambulante, de un circo de los horrores. Señoras y señores, pasen y vean. El espectáculo está garantizado...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Mi interpretación de la historia:
"Dick Laurant ha muerto".
Un hombre llamado Fred (Bill Pullman) está casado con una actriz porno de dudoso pasado e incierto presente, llamada Renee (Patricia Arquette, seductora y fatal). Ella no le ama, lo sabemos sólo con mirarla, lo descubrimos poco después en el local donde Fred toca el saxo. Él sufre una pasión desatada que le consume, lo adivinamos en su febril mirada, en sus silencios. Intuimos que algo va a pasar y que quizá Fred ya ha hecho algo terrible. La culpa, los celos, las inseguridades, la pasión por Renee le queman. La locura, encarnada por ese enigmático y repulsivo personaje que se encuentra en la fiesta y que le dice que él le ha invitado a su casa, se hace presente, le impulsa hacia el asesinato. Fred está perdido. Asesina terriblemente a su esposa, a la que odia y ama más que nunca, pero ni siquiera está seguro de haberlo hecho, porque lo que hace lo ve en tercera persona.
Fred es condenado a muerte por el crimen. En la celda, carcomido por la culpa y perturbado por la medicación suministrada en prisión, sufrirá la ruptura mental total (representada por el relámpago que estalla sobre la celda). Soñará que se ha transformado en otra persona y así su mente le brindará una segunda oportunidad. Ya no es Fred, el psicópata, sino Pete, un agradable muchacho con unos padres que le quieren, con una novia, con un trabajo...
Pero Pete vuelve a encontrarse con el pasado: su esposa, que ahora se llama Alice y no es morena sino rubia platino, el amante de ella, que ahora es un mafioso de tres al cuarto...Y Pete/Fred cometerá el mismo error. Se verá de nuevo arrastrado a una pasión desmedida por Alice/Renee que volverá a envolverle en llamas, que le conducirá a la autodestrucción y de nuevo al asesinato. Los fantamas de la ¿realidad? regresan al sueño y se mezclan con ésta, como las piezas de un puzzle removidas por una mano caprichosa. Pete sale del sueño, pero sigue soñando, aunque ahora es de nuevo Fred. La locura (otra vez el siniestro personaje) le impulsa a matar, le facilita los instrumentos...Y Fred, como un ángel vengador, por fin escapa y regresa a su casa. Parece que todo ha terminado, pero no ha hecho más que empezar. Llama al telefonillo y dice la frase con que se inició todo: "Dick Laurant ha muerto". Ahora sabemos por qué Fred, al principio de la película, no veía a nadie en la calle, porque no había una persona que se correspondiese con la voz que había hablado. No era sino él mismo. Ya había matado antes de matar a su esposa. Lo sospechábamos, al final (igual que al principio) sabemos que Fred ha hecho algo terrible. El círculo se cierra, todo vuelve a empezar.
"Dick Laurant ha muerto".
Un hombre llamado Fred (Bill Pullman) está casado con una actriz porno de dudoso pasado e incierto presente, llamada Renee (Patricia Arquette, seductora y fatal). Ella no le ama, lo sabemos sólo con mirarla, lo descubrimos poco después en el local donde Fred toca el saxo. Él sufre una pasión desatada que le consume, lo adivinamos en su febril mirada, en sus silencios. Intuimos que algo va a pasar y que quizá Fred ya ha hecho algo terrible. La culpa, los celos, las inseguridades, la pasión por Renee le queman. La locura, encarnada por ese enigmático y repulsivo personaje que se encuentra en la fiesta y que le dice que él le ha invitado a su casa, se hace presente, le impulsa hacia el asesinato. Fred está perdido. Asesina terriblemente a su esposa, a la que odia y ama más que nunca, pero ni siquiera está seguro de haberlo hecho, porque lo que hace lo ve en tercera persona.
Fred es condenado a muerte por el crimen. En la celda, carcomido por la culpa y perturbado por la medicación suministrada en prisión, sufrirá la ruptura mental total (representada por el relámpago que estalla sobre la celda). Soñará que se ha transformado en otra persona y así su mente le brindará una segunda oportunidad. Ya no es Fred, el psicópata, sino Pete, un agradable muchacho con unos padres que le quieren, con una novia, con un trabajo...
Pero Pete vuelve a encontrarse con el pasado: su esposa, que ahora se llama Alice y no es morena sino rubia platino, el amante de ella, que ahora es un mafioso de tres al cuarto...Y Pete/Fred cometerá el mismo error. Se verá de nuevo arrastrado a una pasión desmedida por Alice/Renee que volverá a envolverle en llamas, que le conducirá a la autodestrucción y de nuevo al asesinato. Los fantamas de la ¿realidad? regresan al sueño y se mezclan con ésta, como las piezas de un puzzle removidas por una mano caprichosa. Pete sale del sueño, pero sigue soñando, aunque ahora es de nuevo Fred. La locura (otra vez el siniestro personaje) le impulsa a matar, le facilita los instrumentos...Y Fred, como un ángel vengador, por fin escapa y regresa a su casa. Parece que todo ha terminado, pero no ha hecho más que empezar. Llama al telefonillo y dice la frase con que se inició todo: "Dick Laurant ha muerto". Ahora sabemos por qué Fred, al principio de la película, no veía a nadie en la calle, porque no había una persona que se correspondiese con la voz que había hablado. No era sino él mismo. Ya había matado antes de matar a su esposa. Lo sospechábamos, al final (igual que al principio) sabemos que Fred ha hecho algo terrible. El círculo se cierra, todo vuelve a empezar.