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Voto de harryhausenn:
7
5.6
999
Drama. Comedia
En París, las cosas no comienzan bien para Yoav. Un joven israelí que llega a la capital francesa con grandes expectativas, decidido a deshacerse de su nacionalidad lo más rápido posible. Para él, ser israelí es como un tumor que debe ser extirpado. Convertirse en francés, por otra parte, simplemente significaría su salvación. Para borrar sus orígenes, Yoav primero decide no hablar una sola palabra de hebreo. El diccionario se convierte ... [+]
4 de junio de 2019
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Renegar. Rechazar. Abjurar. Apostatar. Huir.
La cámara sigue a Yoav recorriendo París con su mochila al hombro. Es un joven atlético de gesto rabioso, inmerso en chanchullos que dan mala espina y que nunca conoceremos al detalle. En un enorme piso vacío, se ducha mientras alguien le roba sus cosas. Desnudo, con frío, pide ayuda y no es hasta el día siguiente que una joven pareja de burgueses parisinos lo encuentran inconsciente. Lo acogen, lo visten, lo aman. Yoav aprende a hablar francés gracias a su diccionario de sinónimos. Tras un pasado traumático en el ejército de Israel, Yoav reniega de su país, de su lengua, de sus orígenes. Reniega incluso de hablar hebreo con sus paisanos israelíes, tal desprecio siente por su país. Francia es el paraíso para Yoav, centro mundial de la cultura, del espíritu, de la libertad. Él quiere ser parte de esas mentes iluminadas, de los ilustrados, de los revolucionarios, de los románticos, Yoav quiere que lo entierren en Père-Lachaise.
La cámara sigue a Yoav recorriendo París con su mochila al hombro. Es un joven atlético de gesto rabioso, inmerso en chanchullos que dan mala espina y que nunca conoceremos al detalle. En un enorme piso vacío, se ducha mientras alguien le roba sus cosas. Desnudo, con frío, pide ayuda y no es hasta el día siguiente que una joven pareja de burgueses parisinos lo encuentran inconsciente. Lo acogen, lo visten, lo aman. Yoav aprende a hablar francés gracias a su diccionario de sinónimos. Tras un pasado traumático en el ejército de Israel, Yoav reniega de su país, de su lengua, de sus orígenes. Reniega incluso de hablar hebreo con sus paisanos israelíes, tal desprecio siente por su país. Francia es el paraíso para Yoav, centro mundial de la cultura, del espíritu, de la libertad. Él quiere ser parte de esas mentes iluminadas, de los ilustrados, de los revolucionarios, de los románticos, Yoav quiere que lo entierren en Père-Lachaise.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Encajar. Integrar. Adaptarse, Formar parte, Pertenecer.
Yoav sufre entonces lo mismo que Nadav Lapid y lo mismo que todo extranjero ha de hacer frente en el Hexágono: la cruda diferencia entre el ideal y la realidad. Francia como ideal es un concepto distinto a su realidad, un peso demasiado grande para una población occidental moderna. La cordialidad no es necesariamente amistad, la comunicación no es necesariamente abertura, la convivencia no implica un intercambio, la proximidad no es acogida. Lapid lanza sus dardos a una sociedad hermética que ve al extranjero como un entretenimiento exótico más que como un igual. Synonymes muestra una Francia de pura cepa que menosprecia a los inmigrantes mediante la indiferencia, en el mejor de los casos, mediante la condescencia, en el peor. Una hostilidad que tortura, como vemos en el amigo de Yoav, que muestra su identidad de manera extravagante intentando provocar a la gente, buscando enfrentamientos para poder utilizar la violencia como deshogo ante la crueldad de un país que lo ignora. El último plano de la película, esa puerta cerrada que intentamos derribar a golpes resume perfectamente la rabia y el dolor ante el rechazo galo, todo lo contrario a las barreras que el propio Yoav derriba en la embajada de Israel, dejando pasar a todo el mundo.
Moldear. Formar. Moldurar. Formatear. Adaptar.
Si la sociedad francesa sale malparada en la película, el Estado, el gobierno, el poder y el sistema administrativo salen aún más escaldados. Para obtener el permiso de residencia, una funcionaria forma a gente de toda edad, raza y procedencia en los supuestos valores franceses. Esta formación, escalofriante de lo real que resulta, consiste en un test oral acerca de crímenes permitidos o no, como si es posible matar a un hijo homosexual o pegar a una mujer, y en cantar la Marsellesa a pleno pulmón. Un proceso que infantiliza y reduce la personalidad y la mente de cada extranjero, que a ojos del Estado no son más que bárbaros incivilizados, pero que Yoav, en cambio, acepta de buen grado gritando lleno de pasión la letra del himno. La estridencia del hombre pone los pelos de punta debido a los ecos de su vida militar pasada y en ese momento Lapid resalta la atrocidad de los patriotismos cuando son ciegos y no se basan en el pensamiento.
Editar. Montar. Cortar. Realizar. Dirigir. Crear.
Casi tan remarcable como la fuerte crítica del guión es la dirección de Lapid. Cortes rápidos, planos de la misma escena grabados desde distintos puntos, cambios de localización sin pausas narrativas, distintas cámaras utilizadas a lo largo del rodaje modifican el formato y la calidad de la imagen... Una realización caótica pero cuidada, que parece espontánea pero que está bien calculada, y sobre todo, fresca, joven, ágil, con obvio referente de la técnica de la Nouvelle Vague pero sin caer en lo obvio ni en el homenaje reductivo.
Synonymes cuenta con un gran número de escenas donde todas tienen algo en común: ideas. Ideas aisladas que dan origen a un segmento en el film y que ayudan a avanzar el relato. Una película que se crea en la manipulación de las imágenes y no en la escritura. Hay un plano fijo en el que vemos a Yoav a lo lejos y que de repente se convierte en un baile frenético de una multidud en primer plano al sonar los primeros acordes de Pump up the jam. Un ambiguo acercamiento amoroso entre dos hombres se ve saboteado por la luz intermitente que hace que la música que oyen pierda el compás. Una sesión de fotos en la que se humilla al modelo encierra gritos de socorro que nadie puede oír. Una banda de música de burgueses tapan la cólera de un hombre desesperado con sus notas.
Todas esas ideas son similares, cercanas, parecidas, sinónimos. Son la base de una dirección que sigue sus propias normas.
hommecinema.blogspot.com
Yoav sufre entonces lo mismo que Nadav Lapid y lo mismo que todo extranjero ha de hacer frente en el Hexágono: la cruda diferencia entre el ideal y la realidad. Francia como ideal es un concepto distinto a su realidad, un peso demasiado grande para una población occidental moderna. La cordialidad no es necesariamente amistad, la comunicación no es necesariamente abertura, la convivencia no implica un intercambio, la proximidad no es acogida. Lapid lanza sus dardos a una sociedad hermética que ve al extranjero como un entretenimiento exótico más que como un igual. Synonymes muestra una Francia de pura cepa que menosprecia a los inmigrantes mediante la indiferencia, en el mejor de los casos, mediante la condescencia, en el peor. Una hostilidad que tortura, como vemos en el amigo de Yoav, que muestra su identidad de manera extravagante intentando provocar a la gente, buscando enfrentamientos para poder utilizar la violencia como deshogo ante la crueldad de un país que lo ignora. El último plano de la película, esa puerta cerrada que intentamos derribar a golpes resume perfectamente la rabia y el dolor ante el rechazo galo, todo lo contrario a las barreras que el propio Yoav derriba en la embajada de Israel, dejando pasar a todo el mundo.
Moldear. Formar. Moldurar. Formatear. Adaptar.
Si la sociedad francesa sale malparada en la película, el Estado, el gobierno, el poder y el sistema administrativo salen aún más escaldados. Para obtener el permiso de residencia, una funcionaria forma a gente de toda edad, raza y procedencia en los supuestos valores franceses. Esta formación, escalofriante de lo real que resulta, consiste en un test oral acerca de crímenes permitidos o no, como si es posible matar a un hijo homosexual o pegar a una mujer, y en cantar la Marsellesa a pleno pulmón. Un proceso que infantiliza y reduce la personalidad y la mente de cada extranjero, que a ojos del Estado no son más que bárbaros incivilizados, pero que Yoav, en cambio, acepta de buen grado gritando lleno de pasión la letra del himno. La estridencia del hombre pone los pelos de punta debido a los ecos de su vida militar pasada y en ese momento Lapid resalta la atrocidad de los patriotismos cuando son ciegos y no se basan en el pensamiento.
Editar. Montar. Cortar. Realizar. Dirigir. Crear.
Casi tan remarcable como la fuerte crítica del guión es la dirección de Lapid. Cortes rápidos, planos de la misma escena grabados desde distintos puntos, cambios de localización sin pausas narrativas, distintas cámaras utilizadas a lo largo del rodaje modifican el formato y la calidad de la imagen... Una realización caótica pero cuidada, que parece espontánea pero que está bien calculada, y sobre todo, fresca, joven, ágil, con obvio referente de la técnica de la Nouvelle Vague pero sin caer en lo obvio ni en el homenaje reductivo.
Synonymes cuenta con un gran número de escenas donde todas tienen algo en común: ideas. Ideas aisladas que dan origen a un segmento en el film y que ayudan a avanzar el relato. Una película que se crea en la manipulación de las imágenes y no en la escritura. Hay un plano fijo en el que vemos a Yoav a lo lejos y que de repente se convierte en un baile frenético de una multidud en primer plano al sonar los primeros acordes de Pump up the jam. Un ambiguo acercamiento amoroso entre dos hombres se ve saboteado por la luz intermitente que hace que la música que oyen pierda el compás. Una sesión de fotos en la que se humilla al modelo encierra gritos de socorro que nadie puede oír. Una banda de música de burgueses tapan la cólera de un hombre desesperado con sus notas.
Todas esas ideas son similares, cercanas, parecidas, sinónimos. Son la base de una dirección que sigue sus propias normas.
hommecinema.blogspot.com