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Voto de harryhausenn:
8
6.8
3,967
Drama. Romance. Bélico
Franz y Fani Jägerstätter son un feliz matrimonio que vive con sus tres hijas en su granja alpina en Sankt Radegund, Austria. Son campesinos, viven y trabajan rodeados de un impresionante paisaje montañés. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los hombres comienzan a respaldar el nazismo, pero Franz no se deja arrastrar por la corriente mayoritaria. Se resiste a prestar juramento a Hitler y se convierte en el primer objetor de un ... [+]
29 de diciembre de 2019
34 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vida oculta parece un punto y final, pero quizás sea un punto y aparte de la etapa experimental de Malick. Es el cúlmen de su capacidad técnica tras toda una década dedicándose en exclusiva a la cámara digital. El árbol de la vida en 2011 supuso una revolución plástica y narrativa en la que ha insistido hasta llevar su narración a niveles crípticos en sus siguientes películas, To the wonder y sobre todo Knight of cups. Vida oculta es la vuelta a una narración lineal, a lo concreto: la historia del objetor de conciencia que se negó a jurar por Hitler. Eso sí, desde el primer plano de abertura la huella del director es ya irreconocible. Malick es la luz del cine actual.
Cabe recordar que el cineasta ha pasado grandes etapas de su vida alejado de los rodajes, a destacar el paréntesis de veinte años entre Días de cielo y La delgada línea roja. No obstante, en esas pausas no se quedó quieto, sino que se dedicó enteramente a la fotografía. Por supuesto, ese tiempo no ha sido en vano y ha sabido aplicar de manera impecable sus conocimientos de un arte al otro.
Aunque absolutamente todas sus obras gozan de una imagen preciosa, es tras La delgada línea roja que Malick es capaz de desplegar una ambición técnica mayor que sus dos obras maestras de los 70, más clásicas, eso sí, en cuanto a composición. Los límites han sido destruídos en estos últimos años de arte abstracto, y es hoy, en la vuelta a los relatos convencionales, que Malick nos devuelve una obra sublime e imperecedera.
En Vida oculta al igual que en sus cuatro anteriores películas, apenas hay diálogos. Los personajes narran sus sentimientos en off, acompañando las imágenes. Esta separación entre imagen y diálogo podría suponer una traba para poder seguir la historia, como ya ha ocurrido con sus anteriores trabajos. No obstante, esta vez ha sabido concretar la narración con las imágenes, dándonos como resultado un conjunto más homogéneo.
Cuanto más fácil es seguir el relato, más podemos fijarnos en las increíbles imágenes. Más podemos flotar en la naturaleza que graba, sin temor a perder el hilo, sin tener que estar constantemente concentrado. Vida oculta supone una experiencia sensorial y una inmersión en lo salvaje como pocas películas han logrado.
Cabe recordar que el cineasta ha pasado grandes etapas de su vida alejado de los rodajes, a destacar el paréntesis de veinte años entre Días de cielo y La delgada línea roja. No obstante, en esas pausas no se quedó quieto, sino que se dedicó enteramente a la fotografía. Por supuesto, ese tiempo no ha sido en vano y ha sabido aplicar de manera impecable sus conocimientos de un arte al otro.
Aunque absolutamente todas sus obras gozan de una imagen preciosa, es tras La delgada línea roja que Malick es capaz de desplegar una ambición técnica mayor que sus dos obras maestras de los 70, más clásicas, eso sí, en cuanto a composición. Los límites han sido destruídos en estos últimos años de arte abstracto, y es hoy, en la vuelta a los relatos convencionales, que Malick nos devuelve una obra sublime e imperecedera.
En Vida oculta al igual que en sus cuatro anteriores películas, apenas hay diálogos. Los personajes narran sus sentimientos en off, acompañando las imágenes. Esta separación entre imagen y diálogo podría suponer una traba para poder seguir la historia, como ya ha ocurrido con sus anteriores trabajos. No obstante, esta vez ha sabido concretar la narración con las imágenes, dándonos como resultado un conjunto más homogéneo.
Cuanto más fácil es seguir el relato, más podemos fijarnos en las increíbles imágenes. Más podemos flotar en la naturaleza que graba, sin temor a perder el hilo, sin tener que estar constantemente concentrado. Vida oculta supone una experiencia sensorial y una inmersión en lo salvaje como pocas películas han logrado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero no se trata únicamente de un film contemplativo. Lo interesante de la historia, la expulsión del paraíso de un buen hombre por culpa de Hitler, es que la causa de todos los males apenas se ve. De las montañas de Radegund, el paraíso encima de las nubes, pasamos a la cárcel y de ahí a los tribunales de guerra de Berlín. Las esvásticas van invadiendo los planos a medida que el inevitable final se acerca, pero nunca veremos la guerra. Oímos los aviones sobrevolar el pueblo, las proclamas fascistas invadir las tertulias en la taberna, los fugitivos esconderse en el bosque... Pero no hay batallas, ni deportaciones, ni campos de concentración. Malick, de manera sutil, es capaz de tocar uno de los temas más sensibles de la sociedad europea. La inercia de los pueblos germanos para aceptar el horror.
En el pueblo, él es el único que no sigue la corriente. Los vecinos reprochan a su mujer que el resto de habitantes han ido a la guerra no por principios, sino para defender la aldea de los enemigos del Reich. Pero el hombre no quiere jurar lealtad a Hitler. Enseguida, la mujer y sus hijos se convierten en apestados. Son marginados, maltratados, ignorados e incluso robados impunemente. El desertor asume sus principios hasta las últimas consecuencias, ajusticiado y olvidado durante décadas.
La película cierra con una citación a Middlemarch de George Eliot haciendo referencia a los actos heroicos de aquellos que llevan una vida oculta, imperceptible. Malick nos recuerda la importancia de nuestros valores por insignificantes que parezcan.
Es imposible no pensar en Trump y en el auge europeo del fascismo al ver el pueblo de Radegund ponerse del lado del odio por miedo a las consecuencias. Malick ha logrado utilizar el drama histórico para hablar de un tema de ferviente actualidad y reivindica la figura del campesino desertor, el mismo que, años después, ha sido canonizado por quienes le dieron la espalda.
hommecinema.blogspot.com
En el pueblo, él es el único que no sigue la corriente. Los vecinos reprochan a su mujer que el resto de habitantes han ido a la guerra no por principios, sino para defender la aldea de los enemigos del Reich. Pero el hombre no quiere jurar lealtad a Hitler. Enseguida, la mujer y sus hijos se convierten en apestados. Son marginados, maltratados, ignorados e incluso robados impunemente. El desertor asume sus principios hasta las últimas consecuencias, ajusticiado y olvidado durante décadas.
La película cierra con una citación a Middlemarch de George Eliot haciendo referencia a los actos heroicos de aquellos que llevan una vida oculta, imperceptible. Malick nos recuerda la importancia de nuestros valores por insignificantes que parezcan.
Es imposible no pensar en Trump y en el auge europeo del fascismo al ver el pueblo de Radegund ponerse del lado del odio por miedo a las consecuencias. Malick ha logrado utilizar el drama histórico para hablar de un tema de ferviente actualidad y reivindica la figura del campesino desertor, el mismo que, años después, ha sido canonizado por quienes le dieron la espalda.
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