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Voto de harryhausenn:
7
7.4
12,588
Drama
Después de uno de sus habituales hurtos, Osamu y su hijo encuentran a una niña en la calle, aterida de frío. Al principio, la mujer de Osamu no quiere que se quede con ellos, pero acaba apiadándose de ella. A pesar de sobrevivir con dificultades gracias a pequeños robos, la familia es feliz, hasta que un incidente imprevisto revela un secreto que pone a prueba los lazos que les unen. (FILMAFFINITY)
11 de diciembre de 2018
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un tema que obsesione a Koreeda, ese es sin duda la familia. Absolutamente todas sus películas giran en torno a ello: la desaparición de los padres en Nadie sabe, el intercambio de hijos en Tal padre, tal hijo, su incursión en el thriller contando los trapos sucios en El tercer asesinato,... Sin embargo, es Un asunto de familia donde mejor ha sabido condensar todas las dudas y todos los dilemas acerca de las relaciones humanas al mismo tiempo que lanza una crítica, feroz y valiente, al Estado.
La película comienza con un toque costumbrista. Una familia de personajes marginados que se dedica a sisar en tiendas y en coches para compartir el botín en casa. No en vano, las escenas en la sala principal del hogar recuerdan al cine de Ozu por el encuadre del plano: cerca del suelo, a la altura de las mesas bajas en torno a las que se reúnen las familias en Japón. Pero pronto la aparición de una niña abandonada que la familia adopta cambia el tono de la historia.
La convivencia de la familia con la niña sirve como excusa para hacernos comprender la situación marginal en la que se encuentran y las razones por las que se ven obligados a delinquir: discapacidad, precariedad laboral, abandono, analfabetismo... Koreeda asienta las bases de su crítica de manera casi imperceptible, mientras los espectadores nos fijamos más en la adaptación de la niña a tal peculiar familia.
La película comienza con un toque costumbrista. Una familia de personajes marginados que se dedica a sisar en tiendas y en coches para compartir el botín en casa. No en vano, las escenas en la sala principal del hogar recuerdan al cine de Ozu por el encuadre del plano: cerca del suelo, a la altura de las mesas bajas en torno a las que se reúnen las familias en Japón. Pero pronto la aparición de una niña abandonada que la familia adopta cambia el tono de la historia.
La convivencia de la familia con la niña sirve como excusa para hacernos comprender la situación marginal en la que se encuentran y las razones por las que se ven obligados a delinquir: discapacidad, precariedad laboral, abandono, analfabetismo... Koreeda asienta las bases de su crítica de manera casi imperceptible, mientras los espectadores nos fijamos más en la adaptación de la niña a tal peculiar familia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dos son las escenas que podrían resumir la aceptación del nuevo miembro. La primera, la hoguera en el jardín bajo la lluvia. Un lento movimiento circular de cámara cuyo centro es la niña en los brazos de la nueva madre. Mientras el fuego y el agua se mezclan con la textura de la imagen seremos testigos de la primera declaración de amor de la niña. La segunda, la escena en la playa con toda la familia feliz y relajada, donde las reacciones de los niños son espontáneas al jugar con las olas. Aquí Koreeda consigue que olvidemos que en algún momento la niña no formaba parte del grupo, tal es la naturalidad con la que la familia se comporta. Por si fuera poco, este apogeo de la felicidad llega justo antes de clausurar el segundo acto, antes de que una tormenta estalle con una fuerza insospechada. Unas naranjas que ruedan carretera abajo nos darán la clave.
El tercio final rompe con todo lo anterior y en él la crítica cobra gran fuerza. Tras ser testigos de la composición de una familia a lo largo de toda la cinta, vemos con impotencia la disección de la misma cuando la ley interviene. Koreeda pone en evidencia la falta de preocupación del Estado por el bienestar de las personas, pero además abre varios debates interesantes. El primero ¿Qué es peor? ¿El robo o dejar a los marginados sin otra escapatoria que robar? y el segundo, que ya trató en Tal padre, tal hijo ¿Qué forma exactamente una familia? ¿La sangre o el amor? Gran osadía la del cineasta teniendo en cuenta la importancia de la figura familiar en Japón.
Un asunto de familia muestra a un Koreeda en plena forma que sublima su fórmula. El director maneja la sujestión de forma espectacular, rehuyendo de la cursilería y del melodrama. Es gracias a esa naturalidad que la interrupción final es capaz de remover nuestras entrañas. Además, la ejecución de unas cuantas escenas nos regala grandes momentos de realización que auguran que el cineasta aún no ha tocado techo.
hommecinema.blogspot.com
El tercio final rompe con todo lo anterior y en él la crítica cobra gran fuerza. Tras ser testigos de la composición de una familia a lo largo de toda la cinta, vemos con impotencia la disección de la misma cuando la ley interviene. Koreeda pone en evidencia la falta de preocupación del Estado por el bienestar de las personas, pero además abre varios debates interesantes. El primero ¿Qué es peor? ¿El robo o dejar a los marginados sin otra escapatoria que robar? y el segundo, que ya trató en Tal padre, tal hijo ¿Qué forma exactamente una familia? ¿La sangre o el amor? Gran osadía la del cineasta teniendo en cuenta la importancia de la figura familiar en Japón.
Un asunto de familia muestra a un Koreeda en plena forma que sublima su fórmula. El director maneja la sujestión de forma espectacular, rehuyendo de la cursilería y del melodrama. Es gracias a esa naturalidad que la interrupción final es capaz de remover nuestras entrañas. Además, la ejecución de unas cuantas escenas nos regala grandes momentos de realización que auguran que el cineasta aún no ha tocado techo.
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