Es cierto que va de menos a más, como las relaciones amorosas al principio. Tampoco olvidemos que el entorno es un personaje más. La guerra nos vuelve fríos e inhumanos a todos pero también nos insta a sobrevivir. Los malos son unos oportunistas que no dejan de mostrar indicios de humanidad en escenas tan hermosas como cuando encuentran a los "músicos" que descansan en el bosque. La música del film está fina y exquisitamente estudiada para acompasar los planos elegantes o dinámicos, según sea menester. El ritmo cinematográfico acompaña la narrativa, en el momento en que el protagonista comienza su periplo (a la par que la erudita joven comienza el suyo), este se intensifica, alcanzando un amplio dinamismo hasta el final.
Me parece más que reseñable este paralelismo último mencionado sobre que las dos acciones principales vividas por cada uno de los enamorados no se solapan ni se persiguen, lo que da un gran mérito a la labor de la dirección y del montaje.
La simbología es fantástica, porque el libro sobre el que se basa la película es una buena obra, que satiriza ciertos estamentos sociales que pierden significado en el momento que estalla una guerra; estos personajes son: (por parte de el) el pastor gordinflón y sacrílego que viajará un poco con él, el hombre que vive con sus mujeres y que tiende trampas en todos los sentidos, el ciego que nunca ha visto pero que le hace tomar una importante decisión, la curandera, la belleza sola y abandonada con un hijo que no se siente ni útil, ni deseada... (por parte de ella) la vecina que llena su plato y su espíritu al mostrarle un futuro incierto, la admirable pícara, el oportunista antes mencionado que desea sus tierras y a ella.
Las escenas amorosas son cálidas, y curiosamente, escasas pero en mi opinión es cuando ambos protagonistas cambian el gesto y llega el deshielo a sus corazones y la interpretación contenida se funde en aras del amor.