Desolador panorama inspirado en el Japón feudal, en el que dos campesinas sobreviven a la guerra como pueden, asesinando y vendiendo, a cambio de comida, las pertenencias de guerreros extraviados en los altos juncos sin cultivar de su propiedad. El amigo y vecino de la familia de campesinos aparece un día tras desertar anunciando la muerte del hombre de la casa, lo cual desencadenará un triángulo de desconfianza, deseo, odio, lujuria, y ante todo instinto de supervivencia entre una mujer que ha perdido a su marido en la guerra, el mejor amigo de este y su suegra. Sobreviviendo como ratas, se nos muestra un grotesco espectáculo donde los personajes han sido desprovistos de cualquier tipo de humanidad y ya solo importa seguir vivo en medio del caos y la desolación para satisfacer las necesidades más animales.
Quien espere ver una obra de terror al uso que se olvide, el terror es tan tangible como real, y no es otro que la barbarie de las guerras y lo bajos instintos que despiertan en las personas hasta el punto de convertirlas en animales que viven en cabañas.
Destacar las preciosas imágenes de la hierba movida por el viento y la banda sonora a base de percusiones.