Extraordinaria, sensible, conmovedora, veraz, crítica y ante todo, humana, película de Alexander Payne que comienza recordando a la mítica "El club de los poetas muertos", pero que la trasciende por su alto contenido ético y solidario entre personajes gravemente heridos por el único hecho de estar vivos. El trío principal de protagonistas deja actuaciones memorables para el recuerdo del espectador que difícilmente olvidará la complicidad entre profesor y alumno, impresionándose ante el dolor de una madre que ha perdido a su hijo injustamente, sólo por el hecho de ser pobre, lo que es aún más sangrante en un internado de niños ricos.
La película, como toda buena narración que se precie, esconde sus sorpresas, y el puzle narrativo del final, cuando el espectador ya conoce y ha armado todas las piezas, es brillante, coherente y tristemente deslumbrante. Una película profunda que, como la vida, tiene de todo, y que nadie debería perderse.