Diluida queda esta película, tanto entre la filmografía de De Palma, como entre el cine bélico. Y no lo merece, en el primer aspecto porque está en su Top 3, y en el segundo porque de no haberla dirigido De Palma sino un director con más arte, estaría en el Top 3 del género (y le falta poco).

A pesar de lo que uno puede imaginar, las actuaciones son bastante buenas, incluso Michael J. Fox es un más que decente "novato", acuciado por la energía que desprende un "asalvajado" Sean Penn. No pasan desapercibidos ni un jovencísimo (para lo acostumbrado) Ving Rhames, ni la "mujer de un día" Thuy Thu Le, ni -por supuesto- un indeseable como el que representa Don Harvey (el enemigo oculto, el siempre efectivo horror en la sombra).
A esto se añaden una fotografía y una música efectivas, que sumergen al espectador en el mundo de los protagonistas, en sus pesadillas, en la incongruencia de sus actos.
Por último, el guión es de órdago. Si esta historia la dirige uno de los grandes (entre los que Brian no tiene cabida) estaríamos hablando del mito de toda una generación.

En se debe cabe que el ritmo no es el idóneo. El pobre De Palma no consigue, por un lado sacar todo el jugo a la trama, y por otro, no logra evitar soltar su escena carnavelesca a modo de discursito pacifista de Fox.