Después de unos muy dignos comienzos (con “el fluir de las lágrimas”), Wong Kar Wai nos dejaba esta entrega de sus historias entrelazadas que contiene gran parte de su genio y su calidad en la narración pero –seamos sinceros- poco tienen estos días de “salvajes”.
Leslie Cheung no es Andy Lau, y menos Tony Leung, y la presencia de éstos (secundaria la del primero, testimonial la del segundo) no evita que el protagonista resulte un tanto anodino. Cheung no intimida, no es el mafioso de medio pelo que era Lau en la anterior (pero de buen corazón), tampoco es un amante respetuoso aún a pesar de interesado (como sería Leung en la cumbre “2046”). Es un indeciso hijo de mamá, con ciertos problemas de autoestima, un atractivo excesivamente sobredimensionado, y unas inquietudes un tanto pueriles.

Aún así, de un guión más estúpido que el de la mayoría de sus films, Kar Wai saca algo digno.