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Voto de RARRA:
3
12 de febrero de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da la sensación de que, arrepentido, Tarantino ha querido corregir los grandes defec-tos de la primera parte. Reduce sangre y apunta un argumento, por ejemplo. Ahora nos cuenta por qué pusieron al borde de la muerte a la protagonista y nos ofrece una maternidad ignorada y emocionada. Pero no se sabe si es peor el remedio que la enfermedad. Porque dan entrada a unos diálogos de vergüenza ajena por su superficialidad y simplismo. En ellos, por ejemplo, Bill teoriza sobre la mitología creada en torno a Superman, un personaje de un comic que califica de simplones y burdos: “no tiene un gran argumento y tampoco tiene un buen dibujo”. Y con ello da pie a que haya que pensar también en una mitología de un tal Quentin Tarantino, igualmente simplona y burda. En cualquier caso son diálogos vacuos que no aportan nada a la película y que reducen el ya mínimo y desdibujado perfil de los perso-najes.
Por esperpéntica, es de desatacar la irrupción de un nuevo personaje: Pai-Mei. Con unos aditamentos pilosos peculiares aparece sin más y desaparece también sin más, aunque parece que por las malas, siendo su función, al parecer, la exclusiva de dar entrada al kung-fu y ampliar los estudios de Beatrix sobre katana, que sigue llevándola con ella a la espalda, pero que no mata a nadie con ella.
Como en la primera parte de Kill Bill, la fotografía y el montaje son la parte mejor de la película, sea ello mérito de Tarantino o de sus colaboradores. Pero esos aspectos no pueden salvar ni el lastre de la pobreza del guión y ni los excesos de la película. Cansan los primeros planos de ojos y pies. Son constantes las apropiaciones de técnicas de otros realizadores.
Se habla de humor. Humor negro tiene que ser, naturalmente, con tanto muerto por medio. Pero el humor negro juega con muertos, no con la muerte y menos con el sadismo. Y a Tarantino le gusta el sadismo más que la muerte, lo que excluye que en su obra exista verdadero humor negro. Toda su obra ofrece un campo para un estudio sociológico interesante.
Por esperpéntica, es de desatacar la irrupción de un nuevo personaje: Pai-Mei. Con unos aditamentos pilosos peculiares aparece sin más y desaparece también sin más, aunque parece que por las malas, siendo su función, al parecer, la exclusiva de dar entrada al kung-fu y ampliar los estudios de Beatrix sobre katana, que sigue llevándola con ella a la espalda, pero que no mata a nadie con ella.
Como en la primera parte de Kill Bill, la fotografía y el montaje son la parte mejor de la película, sea ello mérito de Tarantino o de sus colaboradores. Pero esos aspectos no pueden salvar ni el lastre de la pobreza del guión y ni los excesos de la película. Cansan los primeros planos de ojos y pies. Son constantes las apropiaciones de técnicas de otros realizadores.
Se habla de humor. Humor negro tiene que ser, naturalmente, con tanto muerto por medio. Pero el humor negro juega con muertos, no con la muerte y menos con el sadismo. Y a Tarantino le gusta el sadismo más que la muerte, lo que excluye que en su obra exista verdadero humor negro. Toda su obra ofrece un campo para un estudio sociológico interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cuidado con niña. Con el padre y la madre que tiene la pobre va a dar mucho juego en las entregas cuarta y sucesivas de la serie. Ya dio muestras con el pececito. No en balde, una de las diez películas que Tarantino tiene como las que más le gustan (ninguna parece especialmente destacable) es “Carrie”. Cuidado con la niña.
Otra cosa: ¿alguien puede indicar qué tiene que ver con la película la canción “Mala-gueña salerosa” que acompaña a los créditos finales?
Otra cosa: ¿alguien puede indicar qué tiene que ver con la película la canción “Mala-gueña salerosa” que acompaña a los créditos finales?