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España España · mADRID
Voto de RARRA:
9
Drama En 1924, con sólo 29 años, J. Edgar Hoover fue nombrado director general del FBI para que reorganizara la institución. Obsesionado con detener a comunistas, gángsters, delincuentes y a cualquiera que fuera un peligro para la nación, Hoover ocupó el cargo hasta su muerte en 1972, sobreviviendo a siete presidentes, alguno de los cuales intentó inútilmente destituirlo. Los archivos que guardaba celosamente, llenos de secretos inconfesables ... [+]
22 de marzo de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El biopic no es género nuevo. Ya en la literatura, la española se inició con la narración de la ida del Cid y Shakespeare dedicó buen parte de su producción a relatar la vida de personajes históricos. Ya dentro del cine, el biopic propiamente dicho, tampoco es un fenómeno de nuestra época: ha existido desde el nacimiento del cine y ha dado lugar a dos corrientes: la de las películas que simplemente narran los hechos que definen la vida de una persona y la de las que, más allá de los hechos, tratan de indagar en la personalidad de esa persona hasta llegar, si se puede, a su Rosebud particular. “J. Edgar” es un perfecto biopic de esta segunda clase.

Los biopics de este segundo tipo se concentran en una persona compleja, en la que no basta reparar en su apariencia. Y en este sentido, Johan Edgar Hoover es una personalidad extremadamente compleja. Tanto que muestra una valentía por parte de Eastwood cuando se acerca a él en “J. Edgar”. De entrada fue una persona que tuvo un extraordinario poder durante casi medio siglo en los Estados Unidos. Y que lo consiguió, lo retuvo y lo ejerció para servir a sus ideas. Fue un poder que se apoyó fundamentalmente en información reservada que tenía sobre muchas o personas del establishment, más allá del mundo de la delincuencia. Pero que justifica cuando aparece Nixon y Hoover adivina que va a intentar crear un poder similar de escuchas y vigilancias pero únicamente al servicio de sus interese políticos.

Hoover se nos ofrece con lo que en Eastwood constituye una constante: el sentido patriótico. Patriotismo que lo identifica con la defensa de los Estados Unidos de sus enemigos potenciales. Estos no son únicos: sucesivamente fueron los comunistas, las mafias, determinados movimientos sociales… No se le puede identificar simplemente como un anticomunista porque en la propia película afirma: “El Sr. McCarthy era un oportunista”. Ni como contrario a los negros porque también combatió al Ku Klus Klan. Ni como reaccionario, porque controló y acabo con los movimientos fascistas que surgieron en América en los periodos de entreguerras.

Algo que tampoco puede olvidarse es que Hoover logró crear una auténtica policía federal, sobrepuesta a las de los estados. El proceso fue algo parecido a lo de nuestra Audiencia Nacional: determinados delitos no quedaban sometidos a la competencia de los estados norteamericanos y quedaban reservados a los Estados Unidos. Esto lo cuenta la película, pero únicamente lo percibirán los que conozcan esos hechos antecedentes. Hoover fue el protagonista de una serie de tensiones frente a Presidentes, Fiscales Generales y senadores.

El personaje encarna unas ideas y esas ideas son las que parecen haber atraído a Eastwood. No se puede hablar de diálogos largos o pesados, porque es la esencia de la película, aunque probablemente sean incompatibles con la actividad del palomitero. A Shakespeare tampoco se le puede escuchar (repitamos, escucha) comiendo palomitas. Pero nunca las ideas deben oscurecer al personaje que las encarna. Y quizá por esa razón, la película insiste en la también compleja personalidad de Hoover. Frente a la firmeza de las idea de J. Edgar se presenta lo endeble de su personalidad, la ambigüedad de la relación con su madre, con su segundo Clyde Tolson o con su secretaria. Lo único fuerte de Hoover son sus ideas.

La película queda así descrita. Fijarse en aspectos tan accesorios como el maquillaje parece no tener sentido ¿o es que ande conoce las limitaciones de ese arte? Basta con que nos refleje un momento anterior o posterior. Y algo a destacar en la película es la habilidad con que se mueve adelante y atrás del tiempo sin que requiera del espectador un esfuerzo especial; una escena a recordar es aquella en que se asoma al balcón viejo y la escena enlaza con la Hoover saliendo del balcón joven para seguir la narración es en ese momento. Salvo algunos exteriores, la película discurre en interiores, siendo por tanto algo claustrofóbica, lo que se aprovecha para utilizar acertadamente la fotografía, los claros y los oscuros.

De la dirección habrá que comenzar a hablar del “toque” Eastwood. La interpretación de los personajes centrales extraordinaria. Especialmente la de Di Caprio, quizá algo inesperado para los que no le habíamos otorgado confianza.
RARRA
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