Si el resurgido género de las series adolescentes pretenden tratarlos problemas de la adolescencia, debo de decir que mi pubertad fue muy aburrida.

Los protagonistas de este aborto se engloban en dos facciones: lo pijos poperos y los canis-frikis bailarines (con dos cojones, oye). Algunos de ellos tienen más barba que yo y eso que nos encontramos ante una pandilla que va a cumplir los 18 y que quien esto escribe tiene 23, aunque eso sí, todos van vestidos con ropa a la última y se pasan la vida ensayando en el Centro Cívico del barrio y están peleados entre sí pese a que ensayan puerta con puerta.

En cuanto al contenido es sencillo: gente de veintimuchos haciendo de adolescentes, llamando a la insubordinación contra padres, profesores... y todo aquel que quiera dirigir y encauzar sus putas vidas por el buen camino, consumo de drogas y negocios sucios que suelen acabar mal, muy mal, como esperemos que acabe esta serie.