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Voto de Chris Jiménez:
8
Acción. Thriller Un tal Simon siembra el pánico en las calles de Nueva York haciendo explotar una serie de bombas, y asegura que no dejará de hacerlo a menos que el agente John McClane acceda a jugar con él a un juego llamado "Simón dice". Con la ayuda de Zeus, un electricista de Harlem, el agente comienza una trepidante carrera para resolver las adivinanzas planteadas por el terrorista y, al mismo tiempo, para averiguar sus intenciones. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Has dado en el clavo, Zeus, y espera, porque todavía te queda si tu intención es seguir a McClane por su aventura en la ciudad de New York encontrando las bombas que el cabrón de Simon Gruber va dejando por ahí con la única intención de desvalijar el banco de la Reserva Federal.
Sí, va a ser un día duro para el bueno de John y su nuevo compañero negro Zeus Carver.

La tercera parte de las andanzas del más famoso e intrépido agente de policía de la costa Este no es que alcance el nivel de la primera (ninguna otra de la saga lo hará), pero garantiza una cosa: dos horas de espectáculo sin límites. A ver, la original del '88 es indiscutiblemente magistral y ha quedado relegada a una de las mejores películas de acción la Historia del cine.
La segunda parte es un castañazo, ya que por mucho que ofrezca y por muy frenético que sea su ritmo no es otra cosa que un intento de seguir dándole cuerda al personaje de John McClane, juntando el argumento de una novela con el de otra y todo bajo la batuta del no muy eficiente Renny Harlin, que transformó a nuestro policía en una especie de Agente 007 pero soltando el cuádruple de tacos. En esta ocasión, cinco años después, se recuperan tres elementos fundamentales para reflotar la saga: John McTiernan, que deja patente que su destreza para llevar el género no muchos pueden igualarla, un malo decente que, aunque no esté a la altura de Alan Rickman, por lo menos sí supera al William Sadler de la segunda, y la inclusión de un secundario de lujo.

En "Jungla de Cristal: La Venganza" McTiernan rescata un poco la esencia de la original al presentar como villano al que fuera hermano de Hans Gruber, aquel terrorista-ladrón que John mandó a volar sin paracaídas desde el 30.º piso del edificio Nakatomi de L.A., y que ahora lo único que desea (aparte de querer llevarse muchos lingotes de oro de Wall Street) es hacer picadillo a John, sin restricciones.
Pero parece que a él le viene muy grande el desafío, y de ahí que esta entrega gane más que la anterior ya que Samuel L. Jackson le da muchísima personalidad y añade aún más humor (de hecho la tercera, a pesar de todo, es la más cómica) al convertirse por la fuerza en pareja de McClane y tener que acompañarle durante todo el metraje, casi llegando esto a "buddy movie" y poniéndose muchas veces la química entre los dos actores por encima del resto de la trama.

Otra cosa que se recupera es el carácter del prota, que vuelve como un verdadero cowboy de ciudad, acompañado esta vez de todo su departamento, también con toda su mala leche y ganas de aplastar a los malos y ya sin ninguna de las limitaciones de escenario que tenía en las dos anteriores, quitándose la roña que le había dejado esa pseudointerpretación que hizo del personaje en la segunda, y estando Willis aquí más cercano de su Joe Hallenbeck de "El Último Boy Scout" que del propio McClane (la aparición que hace en la furgoneta es similar a la que hizo en el coche de aquella). Y, cómo no, un Jeremy Irons genial que cumple perfectamente como el retorcido villano con una frase inicial que es imposible de olvidar: "Simon dice...".
Lo demás que se ve aquí creo que ya todo el mundo lo sabe: un despliegue de medios brutal por todo Manhattan que McTiernan y su equipo manejan con mano maestra, regalándonos secuencias de acción increíbles como la de la explosión en el metro, la del túnel, cuando se inunda mientras Willis va en el camión, aquella en la que el anterior y Jackson están bajando por el cable desde el puente hasta el barco, en la que la pareja va en el taxi cruzando el parque (y, cómo no, el final donde de nuevo podemos escuchar la mítica coletilla del héroe: "yippee-ki-yay, hijo de puta").

Aunque parezca mentira la tercera aventura de McClane no tenía nada que ver con esto. En realidad iban a presentarle batallando contra unos terroristas que habían tomado un crucero con rumbo al Caribe, idea (gracias a Dios) rechazada por sus similitudes con "Alerta Máxima", y luego, cuando ya la historia tenía la línea que conocemos, quedó pensada para ser la cuarta entrega de "Arma Letal" (me pregunto cómo habría quedado eso...). Afortundamente Jonathan Hensleigh dejó el guión perfecto para seguir disfrutando de las correrías del bueno de McClane, con un Joel Silver que no ejerció de productor y dejándoles la labor a Andrew Vajna y Michael Tadross, principalmente.
No les fue nada mal, ya que sólo en EE.UU. el film recaudó la friolera de 100.000.000 de dólares y otros tantos cientos de millones en el resto del Mundo, convirtiéndose en el mayor éxito de 1.995. Memorable comienzo con esas vistas del New York del '95 sonando de fondo "Summer in the City" de los Lovin' Spoonful y una frase para la historia: "[...] ¡Sí, Zeus!, ¡como el padre de Apolo, el del Monte Olimpo! ¡El de "no me toques los cojones que te meto un rayo por el culo"! ".

La verdad es que hay muchas más (dichas casi todas por L. Jackson), pero esta es que es mítica.
Chris Jiménez
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