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Voto de Chris Jiménez:
9
Comedia Un cuarteto de atracadores ejecuta con éxito un gran golpe en la joyería Hatton Gardens de Londres. El problema es que es detenido George, el jefe de la banda y única persona que sabe dónde están escondidas las joyas. Wanda, la única mujer del grupo, planea seducir a Archie, el abogado defensor de George, con la esperanza de sonsacarle el escondite del botín. Los otros dos miembros del grupo que esperan su parte son Otto, un siniestro ... [+]
10 de julio de 2017
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¿Qué tienen en común un viejo abogado de aburrida vida, una dicharachera "femme fatale", un asesino a sueldo pseudointelectual y un tartamudo amante de los animales?
Pues aparte de un jugoso puñado de joyas el participar en la que es una de las mejores comedias jamás realizadas.

Estrella de la Ealing durante su época dorada y uno de los veteranos de la "british comedy" a raíz de su éxito con "Oro en Barras", aunque también demostró un gran talento como artesano al que le gusta nadar en todas las aguas (sirvan "El Tercer Secreto" o "Corazón Dividido" de ejemplo), Charles Crichton había pasado los últimos años de su extensa carrera apartado de la industria cinematográfica en el humilde mundo televisivo, hasta que el bueno de John Cleese, ya separado de sus compañeros Monty Python, lo rescató para realizar un proyecto que ambos habían estado preparando años atrás, si bien el actor ejerció de codirector en la sombra por la avanzada edad de Crichton.
El humor retorcido y los juegos de palabras, tanto implícitos como explícitos, con los que seremos bombardeados a lo largo de todo el metraje hacen acto de presencia en "Un Pez llamado Wanda" desde el inicio (más aún si uno de los protagonistas comparte su nombre y su condición con un pez que no tendrá ninguna función hasta casi llegado el final). Todo arranca con un consciente y sentido tributo a la farsa de atracos que tantos clásicos británicos ha ocupado en décadas pasadas; George, Wanda, Otto y Ken se las arreglan para robar con éxito una joyería, aunque no todo es confianza y honestidad en este pintoresco grupo.

Crichton se las arregla en este primer tramo para manejar con soltura y nervio la acción y la comedia, siempre presente, dejando paso a la intriga al desvelar los ladrones su condición de mentirosos, traicioneros y manipuladores; de hecho cada uno de los integrantes se servirá del otro para su propio beneficio (George de Ken, Otto de George y Wanda de todos). Es precisamente el enredo lo que hace del film una ingeniosa y divertida combinación, tanto más cuanto que la guapa Wanda, ya erigida en perfecta "femme fatale" tras su ingenua apariencia, ha de encandilar con sus encantos a Archie, abogado de George, pues éste acaba en prisión por las propias artimañas de la chica.
Artimañas organizadas por ella en compañía de su ignorante compinche Otto, elemento extraño que Crichton y Cleese añaden con intenciones algo perversas, pues se trata de un norteamericano ridículo, ególatra y estrafalario que no deja en muy buen lugar a su patria ante unos ciudadanos ingleses demasiado educados y acomodados. Pero si el guión sorprende es sobre todo por su capacidad de moverse de entorno y género; así, de la intriga propia del robo, asunto siempre presente aun en segundo plano, pasaremos a asistir a una farsa con todo el espíritu de las "screwball comedies".

La cárcel, los diamantes y los juzgados son reemplazados por lujosos escenarios, esposas estiradas, celos irrefrenables, amores insospechados y mentiras entre parejas. La intromisión de Archie, cuya vida no es más que una tediosa sucesión de acontecimientos sin importancia en el seno de un momificado hogar que desprecia, en tan alocado argumento no entraña un cambio abrupto pues no resulta forzada ni poco creíble, sino de lo más conveniente para continuar ofreciendo grandes dosis de humor, el cual, y a sabiendas de que el guión está firmado por John Cleese, tampoco será tan ligero como la modificación del ambiente nos sugiere a primera vista.
Sí, lejos de refinarse, la comedia sigue tan negra e irreverente como cabría esperar, y no sólo porque en los tejemanejes de Wanda para con Archie tomen partido los esperpénticos arrebatos de un Otto cada vez más desquiciado y celoso, sino porque entre medias de todo esto, veremos a Ken fracasando una vez tras otra en su misión de quitar la vida a una anciana que podría significar un problema para declarar a George inocente; son en estos intentos de asesinato por ese amante confeso de los animales donde más afilado se destapa el humor de Crichton.

Al final, la comedia romántica se une a la intriga y la acción con la locura de poseer el botín dominando a todos como si de una revisión de "El Mundo está Loco, Loco, Loco" situada en Londres se tratase, regalándonos el film algunos de sus momentos más memorables (la persecución en el aeropuerto o la mítica y no menos agobiante tortura a Ken). Mientras Jamie Lee Curtis cumple a la perfección su rol de sexy "femme fatale" y John Cleese y Michael Palin, unidos en pantalla tras algunos años, nos brindan unas actuaciones impagables (qué decir de ellos que no se haya dicho ya...), un Kevin Kline gesticulante e inesperado sorprende de tal forma en su caricaturesco villano que bien merecido tuvo el Oscar por su actuación.
Aunque su éxito en cines se fue fraguando poco a poco (tardó varias semanas en alcanzar el n.º 1 en EE.UU.), "Un Pez llamado Wanda" acabó logrando unos altos beneficios en taquilla además del amplio reconocimiento de la crítica. Un guión con giros e intrigas bien hilados, unos personajes bien definidos, una dirección con oficio y un reparto soberbio hacen de esta mezcla de géneros una deliciosa, alocada y muy políticamente incorrecta comedia, de las más ingeniosas que hallamos en la década de los '80.

Charles Crichton no pudo tener una despedida mejor del mundo del cine.
Chris Jiménez
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