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Voto de Chris Jiménez:
1
Comedia. Aventuras Al profesor Bacterio le han robado el más peligroso de sus inventos, un artefacto que termina en manos de un dictador bajito, chalado y dispuesto a usarlo de forma criminal. Bacterio quiere recuperarlo como sea, pero desconfía de las dotes de Mortadelo y Filemón. Cuando los famosos detectives se enteran de que la T.I.A. ha contratado a un detective chulesco y fanfarrón para resolver el caso, deciden actuar por su cuenta y riesgo. (FILMAFFINITY) [+]
10 de julio de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La debacle, de grandes proporciones, no tiene esta vez el larguísimo nombre de algún mejunje termohidrostático catatónico del profesor Bacterio, pero sus efectos han sido peores, han sido tales que ni Mortadelo y Filemón serían capaces de arreglarlo...¡ni la T.I.A. entera!

Cuando a los 10 años contemplé la presente pseudopelícula me afectó mucho, fue un shock a mis emociones por su peculiar contenido; mi padre estaba indignadísimo y casi se la arroja a la cara al tipo que se la alquiló. Los tebeos en que se basaba, sin embargo, fueron heredados y siempre ocuparán un lugar especial en mi estantería, los de esos chapuceros espías patrios de los que nada se puede decir que no se sepa, nacidos en periodo de Dictadura de la pluma de Paco Ibáñez, a quien llegué a conocer y estrechar la mano. Su estilo ágil, imaginario absurdo, humor burdo pero ingenioso y afán por la crítica ácida a absolutamente todo llevó a sus trabajos a ser disfrutados por diversas generaciones en diversas épocas.
Y un día se despierta Javier Fesser y decide traerlos al formato de imagen real; el autor jamás había considerado la idea de un "live action" debido a la poca aceptación de las adaptaciones animadas. Pero nada, Fesser, que había sorprendido a todos con una de las obras más extrañas de la Historia del cine ("El Milagro de P. Tinto"), y premiado por ello, engaña a productores, miente a Ibáñez, roba el dinero de los ciudadanos a través del Ministerio de Cultura y se lanza a escribir un guión junto a su hermano Guillermo, sin, así lo confesaría, inspirarse estrictamente en los cómics, más bien en las sensaciones y recuerdos que les dejó de niño.

Pero si este es el resultado de un ejercicio de nostalgia, lo que yo leí y lo que él leyó no fue, ni de casualidad, lo mismo. Tal afirmación parecería equivocada al iniciarse la película y ver que en efecto el universo tan único de los tebeos cobra vida, a todo color, a todo detalle, y gozando de una labor de efectos visuales/digitales que entonces era de lo más avanzado que podía fabricarse en España. El diseño de César Macarrón y la fotografía de Xavi Giménez opta sin embargo por recuperar los tonos vivos y el delirio visual del anterior film de Fesser, donde irónicamente mejor brillan las influencias de Ibáñez.
Todo el prólogo establece este particular estilo, no con poca simpatía. Entramos al despacho de Bacterio, como en una historieta más, recién inventado un aparato para desmoralizar cualquier emoción; el experimento lo usa con unos legionarios ante la mirada atónita del "Súper" Vicente...bien, ridículo chiste político que provoca algún arqueo de cejas, uso de un lenguaje bastante más soez que el clásico, mala sombra para los actos de violencia...no importa. Aparecen Pepe Viyuela y Benito Pocino (actor no profesional aquí forzado a ser doblado por Carlos Latre) y la caracterización de personajes, el ritmo, la locura, los "gags", parece todo extraído de las páginas.

De accidente en defenestre, el aparato de marras es robado por un idiota que logra escapar, Filemón es atropellado, Mortadelo se disfraza de niño, aparece la máquina de copiar gente, incluso el mítico "Matraca", y los secundarios (Eduardo Gómez, José Manuel Moya, Pablo Pinedo) están geniales. Y ahora es cuando empieza la trama, supuestamente traída de "El Sulfato Atómico", primera aventura extensa de la pareja...y con ello el primer fallo: cuando a Mortadelo y Filemón le encargan una misión nadie salvo ellos, pese a sus calamidades, la llevan a cabo.
Aquí se introduce a un Dominique Pinon repulsivo en calidad de súperagente para que recupere el trasto mientras los dos anteriores hacen otra cosa. De fondo más sucesos y errores. Aparece Berta Ojea clavada de Ofelia, pero el dúo Fesser, por alguna razón, lo hace en una versión sexualizada bochornosa (de hecho es espiada por el "Súper", lo cual jamás ocurrió en el cómic); entra la historieta de "El Tirano", conectada al desmoralizador robado de Bacterio, pero el dúo Fesser, por alguna razón, no recupera al general Panocho y la utiliza para restregarnos por la cara una parodia de Francisco Franco, evidenciando así sus inclinaciones extremistas.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Pocino, bastante más agradable que el resto del reparto, es un perfecto Mortadelo, y en especial cuando le vemos haciendo uso de sus disfraces, sin despreciar a los buenos Mariano Venancio y Janfri Topera, y si agudizamos la vista veremos a Luis Ciges en su último papel (ya pudo haber escogido mejor); ¡bastante se esforzaron los actores con el funesto material que tenían entre manos! Al final Fesser no hizo ningún cariñoso tributo a Ibáñez (que quedó estupefacto al ver el film), sino un guiño malicioso a quienes de jóvenes leyeron los tebeos.
Pues esta chorrada gilifláutica no sólo llevó a millones de incautos a las salas, también se presentó en varios festivales importantes...pero claro, los sobornos (y las amenazas) de las implicadas Telecinco y Canal+ hicieron mucho. En mi opinión queda como una de las más terroríficas bazofias que se tuvo la desfachatez de hacernos tragar; no es extraño que por cosas así el cine español sea odiado por tantos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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