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Voto de Chris Jiménez:
7
Comedia Un periodista y un misterioso abogado que viajan en un descapotable rojo se dirigen, a través del desierto, a Las Vegas. El maletero del coche es una auténtica farmacia: dos bolsas de marihuana, 75 pastillas de mescalina, 5 hojas de ácidos y muchas otras drogas. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2018
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Bien, vamos a repasar: dos sacos de maría, setenta y cinco bolas de mezcalina, cinco papelas con LSD, un salero medio lleno de cocaína, un litro de tequila, otro de ron, unas cervezas y medio litro de éter.
¿Por qué este exceso? Pues porque vamos a acompañar a través de una galaxia multicolor a Hunter Thompson y Óscar Acosta en un viaje salvaje hacia el mismísimo corazón del Sueño Americano. Un viaje que no olvidaremos.

Posiblemente no hubo nunca en la historia americana un periodista tan cachondo, rebelde, extravagante y que fuera tanto por libre como Hunter Stockton Thompson, un nativo de Kentucky que se declaró completamente inclasificable y que acabó por inventar una nueva manera de hacer periodismo, conocido como "gonzo", un método de narración confusa y bastante bizarra donde el informador se da más importancia a sí mismo y al ambiente y la época donde se sucede la noticia en lugar de a ésta misma.
Como miembro del movimiento "hippie", para Thompson, quien encarnaba a las mil maravillas la decadencia de aquel sentimiento contracultural, el cubrir una noticia se convertía en la excusa perfecta para liarse a tomar todas las drogas que pudiera, dando rienda suelta a sus historias alucinógenas que la prestigiosa Rolling Stone publicaba encantada. En los dos viajes que hizo a Las Vegas junto a su abogado Acosta, donde debía cubrir dos eventos, Thompson narraba de forma excesiva, veloz y surrealista su aventura por la ciudad, con lo que el supuesto artículo pasó a ser una novela, titulada "Fear and Loathing in Las Vegas", con la que se ganó tanto elogiadores como detractores.

En la cambiante Norteamérica de 1.971, cuando el movimiento "hippie" y contracultural se halla atravesando irremediablemente su ocaso hacia la decadencia y el olvido, un estrafalario periodista llamado Duke se dirige a Las Vegas en compañía de su abogado Gonzo y de una maleta llena de estimulantes, alucinógenos y alcohol para cubrir una importante carrera de motos y, posteriormente, una convención sobre narcóticos. La pareja se dispone a cruzar esa gomorra de luces, depravación, vicio y perdición.
Ese monstruo que ilumina intensamente el desierto de Nevada, símbolo del consumismo y la falta de valores y moralidad, hasta las cejas de todo estupefaciente que puedan aspirar, inyectarse, beber o meterse. Una descontrolada peripecia en la cual la realidad se distorsionará y acabará confundiéndose más de una vez con la ficción, mientras van siendo testigos de la corrupción, el cinismo, la hipocresía y la precipitación del pueblo americano a la autodestrucción, al igual que la de su propio estado físico y mental. La vida y milagros del señor Thompson ya habían sido llevados a la gran pantalla en 1.980, cuando Art Linson dirigió a un genial Bill Murray encarnando al mítico periodista en "Where the Buffalo Roam"...

Pero la idea de hacer una película de "Fear and Loathing in Las Vegas" nunca llegaba a buen puerto, hasta que a mediados de los '90, barajándose multitud de directores, el proyecto cayera en las manos de un Terry Gilliam que saboreaba las mieles del éxito gracias a "12 Monos". En realidad, aunque en un primer momento los productores quisieran a Lee Tamahori, Gilliam era el indicado para dar vida al alucinógeno, psicotrópico y decadente imaginario que Thompson inventó en el libro. Y eso es lo que hace. Así que no esperen una película normal o convencional, ya que hablamos de una novela escrita por el periodista más chiflado de su generación adaptada por Terry Gilliam.
Por supuesto en el film no existe ni rastro de lógica, todo es un puto sinsentido; nos limitamos a seguir a los dos colgados de Duke y Gonzo en una surrealista aventura repleta de drogas y excesos por los hoteles y clubs de Las Vegas, lo que hace que resulte tedioso y pesado durante esa eterna primera hora, salvo por el genial "flashback" en el que vemos a Duke en la discoteca (¡en el que, por cierto, aparece el mismísimo Hunter Thompson!). A partir del retorno a la ciudad y la introducción de Lucy la película mejora algo, pero sigue en su línea. El director pone todo su talento por recrear el espíritu de la novela, llenando las mareantes secuencias de violencia y un humor negro de mal gusto, con un estilo experimental y frenético cercano al que imprimió Stone en "Asesinos Natos".

Al mismo tiempo, Gilliam plasma con inteligencia la nación post-Vietnam cínica, sucia, perversa y corrupta en la que vive Duke, quien recuerda con nostalgia una época mejor, una época de libertad, donde había personas con ilusión por cambiar el Mundo (atentos al demoledor discurso de "la ola"), y presentando Las Vegas de los '70, tal como hizo Thompson, como lo peor de los EE.UU.. El camaleónico Johnny Depp se caracteriza y se mete con empeño en el papel hasta quedar convertido en un fiel reflejo del propio Thompson, seguido de un Benicio del Toro que engordó casi 20 kilos para parecerse a Acosta, los dos al borde de una taquicardia y absolutamente magistrales.
Destacan las fugaces apariciones de Cameron Diaz, Christina Ricci, Gary Busey, Harry D. Stanton, un irreconocible Tobey Maguire y Michael Peter "Flea" Balzary, el bajista de los Red Hot. Masacrada en su momento por la crítica, hoy en día es una pequeña joya de culto (sobre todo tras el suicidio de Thompson), convertida en influencia seminal para muchos cineastas.

Sí, carece de historia y sentido, los personajes no evolucionan, a veces es excesiva, vomitiva, repugnante, da dolor de cabeza pero, joder...es flipante. Eso sí que no se lo quita nadie.
Trece años más tarde, Depp volvería a encarnar al protagonista de una novela de Thompson en "Los Diarios del Ron", dirigida por Bruce Robinson (curiosamente, el mismo que el actor quería en un primer momento para realizar "Miedo y Asco en Las Vegas").
Chris Jiménez
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